"La
filosofía encuentra en el proletariado
sus armas materiales,
el proletariado encuentra en la filosofía
sus armas espirituales" (Karl Marx)
Editorial:
Número 1 - Junio de 1996
Volver a las
raíces
Luego de una larga y cuidada gestación presentamos
con orgullo a este hijo nuestro que hemos decidido llamar "Sexta
Tesis", publicación semestral a través de la cual
pretendemos aportar al debate teórico marxista (y a través de él
a la práctica), internándonos en los cenagosos terrenos de la filosofía
y especialmente, del humanismo científico. Intentaremos reflejar
en nuestras páginas el carácter científico y revolucionario del
pensamiento marxista.
Explicados brevemente nuestros motivos le haremos
a Ud., señor lector, una recomendación: intente no prejuzgar. Cuando
leemos un artículo marxista, los entendidos en el tema hemos tomado
la costumbre de encasillarlo. Esto nos tranquiliza porque, de ahí
en más, el texto será maoísta, estalinista, trotzkista, menchevique,
foquista, intelectualoide o practicista (por nombrar sólo algunos
de los rótulos más conocidos), y no hace falta más que hacer las
dos o tres críticas generales más difundidas. Pero creemos que el
marxismo no ha nacido para tranquilizar a nadie, que la unilateralidad
es lo contrario de la dialéctica y que la práctica es el criterio
(imperfecto, falible, históricamente desarrollable, pero criterio
al fin) de la verdad. La aprehensión de la realidad objetiva nos
exige atravesar un camino de desgarramientos y crisis teóricas,
volver una y otra vez sobre nuestros pasos, sólo para llegar a ser
concientes de lo enorme de nuestras lagunas y reemprender con humildad
el camino para cubrirlas. Todo lo contrario es la crítica adjetivada
y sin fundamentos. Simplemente, desearíamos que nuestros argumentos
sean recibidos con el criterio científico que este fin de siglo
exige de los revolucionarios.
Con humildad, intentaremos ser dignos caminantes
de la senda que Marx nos trazara hace 150 años cuando en su tesis
once sobre Feuerbach decía que "Los filósofos no han hecho
más que interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".
Nos guían los ejemplos de gloriosos caminantes, como Antonio Gramsci,
escribiendo desde la cárcel; George Politzer, con su Universidad
Obrera en Francia (expresión de una vida militante que le valiera
la persecución, tortura y muerte) y tantos otros que, aún en las
condiciones más adversas, sirvieron a la Revolución brindándole
al pueblo las armas teóricas para el combate.
EPOCA
Sabemos que emprendemos esta tarea en un momento
en que la filosofía marxista no brilla en las marquesinas de la
intelectualidad argentina. Al encontrar en los escaparates de libros
usados obras fundamentales del marxismo a bajo precio, uno no sabe
si alegrarse por la ganga o entristecerse por la desvalorización
general.
Pareciera que, de una forma u otra, los ladrillos
del Muro de Berlín han caído sobre las cabezas de todos los marxistas.
En el sentido común se instalado que el socialismo es una experiencia
histórica fracasada y del pasado. Los monopolios de la información
nos llaman a la reflexión: "¿qué mejor prueba del error que
significa el marxismo que el derrumbe del socialismo eurooriental?".
Ante esto, muchos marxistas terminaron refugiándose en el oportunismo,
abarcando con este término a los que hoy critican desde el liberalismo
burgués dichas experiencias, los que pretenden que el nuevo lugar
del marxismo debe ser el de fiscal "del"
sistema y renunciar al poder, hasta los vergonzantes que consideran
que "no se puede defender el socialismo frente a la gente".
Aunque algunos de ellos han llegado a tener cierto manejo de la
teoría, han decidido cerrar sus ojos a la diaria agudización de
tendencias que Marx explicó en el siglo XIX, cuando señalara que
la contradicción fundamental del capitalismo es la relación entre
el carácter social de la producción y el carácter individual de
apropiación. En efecto hoy, la concentración y centralización del
capital adquiere escala internacional, las barreras nacionales caen,
los mecanismos de control Imperial son cada vez más directos y evidentes
para los pueblos del tercer mundo. La extracción de plusvalía aumenta
en términos absolutos y relativos. El avance de las fuerzas productivas,
que debieran traducirse en bienestar general para toda la humanidad,
en los estrechos marcos del capitalismo no han traído más que desocupación
y condiciones infrahumanas de trabajo para las personas. El género
humano ha liberado fuerzas demasiado poderosas como para continuar
controlándolas con el primitivo mecanismo basado en la codicia;
basta como evidencia de ello, con observar las condiciones del ecosistema
planetario. ¿Cómo explicar tal ceguera?.
En muchos, los que todavía son sensibles a los
sufrimientos del pueblo, tal vez haya sido la frustración la que
provocó la retirada desorganizada de los propios razonamientos.
En otros, el cambio de vientos saco a relucir el egoísmo mal escondido
bajo una fachada marxista.
Por otro lado están los que en absoluto se propusieron
revisar lo sucedido y extraer conclusiones. En su oportunismo, pasan
por alto la necesidad de una profunda reflexión sobre las experiencias
del este europeo, cuyo valor histórico reside en que por primera
vez en la historia de la humanidad se da un intento de organizar
la sociedad en base a una cosmovisión científica y coherente: el
marxismo. Resultando que también por primera vez en la historia,
grandes masas humanas solucionan los problemas endémicos de alimentación,
salud, vivienda, educación y trabajo en un nivel nunca antes igualado
y sin mediar extracción de plusvalía a otros pueblos. Desde estas
posiciones, pese a reivindicarse marxista, se minimizan estos hechos.
Para ellos, todo sigue igual, la contraofensiva popular está en
la vuelta de la esquina. Cualquier pueblada espontánea les sirve
de evidencia de que todo está bien para nosotros y mal para el enemigo.
Por último están los que tomaron las banderas
de los movimientos de protesta que se originaron en los países socialistas
y aplaudieron la caída del Muro. Dichos movimientos pronto mostraron
su carácter profundamente reaccionario, las previsiones sobre el
comienzo de un nuevo socialismo no se cumplieron. Al contrario,
hoy asistimos a la más brutal acumulación originaria del capital.
Sin embargo, no sabemos de autocrítica seria alguna. Es más sus
embates se dirigen hoy contra Cuba, bastión de la dignidad latinoamericana
y mundial.
Las tres posturas (los que abandonan el marxismo,
los indiferentes al derrumbe del socialismo y los que aplaudieron),
coinciden en lo mismo: negar la necesidad de un profundo debate
marxista y el rol que el mismo tendría en la revitalización del
movimiento popular.
¿En que fundamentamos esta necesidad?. Nosotros
partimos de definir la época actual como la del resultado exitoso
de la contraofensiva imperialista de los años ´´80, a consecuencia
de la desaparece el sistema social como factor de poder a nivel
mundial. Es la época de agudización de la concentración y centralización
monopólica del capital que, junto con el desarrollo de las fuerzas
productivas eleva a niveles nunca vistos las contradicciones del
capitalismo. Estas son resueltas reaccionariamente, mediante la
creación de un ejército de desocupados enorme. La clase obrera pierde
su peso relativo a nivel global, pero a causa del desarrollo capitalista
desigual, este fenómeno se da con mayor intensidad en los países
del tercer mundo, cuya producción encuentra cada vez más dificultades
para ingresar a precios competitivos en el mercado mundial. En consecuencia,
las fracciones nacionales de las burguesías tercermundistas desaparecen
o se alinean totalmente al lado del imperialismo. El aumento de
la desocupación, junto con el retraso subjetivo de la clase obrera
son las causas de la pérdida de su capacidad de negociación en la
lucha económica, que se traduce en una pérdida gradual de conquistas
sociales.
En esta cuadro de situación, la ofensiva a nivel
general está por momento en manos de las potencias imperialistas,
cuyos principales esfuerzos están dirigidos a los conflictos entre
ellas.
Lamentamos desilusionar a aquellos que, partiendo
de este análisis, se entusiasman pregonando la muerte del marxismo.
La dialéctica materialista es como un ave Fénix, pretender su desaparición
es tan absurdo como el intento eclesiástico de abolir las leyes
de la gravitación universal. Ya en 1871, con la caída de la Comuna
de París, muchos habían decretado su defunción. No obstante, el
muerto tuvo bastante mas actividad de la que se preveía en aquel
momento. Corresponde a Lenin el mérito histórico de haber rescatado
la teoría de Marx como un guía para la acción. Detengámonos un momento
en este ejemplo. Revisando la historia del partido Bolchevique,
vemos que la clave de su desarrollo fue la actitud leninista de
poner en primer término la lucha teórica cuando hubo dispersión
en este terreno. Hay dos claros ejemplos de esto: El primero es
la lucha contra los economicistas y espontaneístas que en 1902 da
a luz el "¿Qué hacer?", donde responde al oportunismo
que "Sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento
revolucionario". El segundo tiene lugar en 1908 cuando ante
el fracaso definitivo de la revolución del ´05 en el plano político-militar,
los esfuerzos de Lenin se dirigen a que la derrota no abarque el
plano teórico. Así es que , corriendo contra reloj, publica en 1909:
"Materialismo y empiriocriticismo". Esta obra, dirigida
en su momento a debatir con la tendencia idealista que comenzaba
a hacer pie entre los bolcheviques, hoy se ha convertido en fundamento
del pensamiento filosófico marxista.
La consolidación del partido Bolchevique y la
victoria del ´17 no puede ser explicada sin tener en cuenta el valor
que Lenin dio a la teoría, especialmente en el nacimiento de la
organización revolucionaria y en los momentos de repliegue de la
misma. En contraposición, la impotencia radical que sufrimos los
marxistas argentinos sólo es explicable si, en primer término, tomamos
seriamente en cuenta la desvalorización que hemos demostrado hacia
la teoría en estos últimos años. La principal consecuencia de este
descuido fue la incorporación de concepciones burguesas al sentido
común de gran parte de la izquierda.
Llegado a este punto de la reflexión, creemos
necesario detenernos en algunas circunstancias que han sido determinantes
en este proceso.
HACE DOS DECADAS...
Comenzaba en la Argentina el plan de aniquilación
que desembocó en la Dictadura Militar y que acabó con casi toda
una generación de revolucionarios, reduciéndose a su mínima expresión
la transmisión generacional de ideología marxista.
Con el desastre de Malvinas, se reduce el espacio
político de la dictadura y las organizaciones de la izquierda que
dejaron en pie a los militares, reciben a muchos jóvenes que ingresan
con muchas ganas y pocos conocimientos. Sin excepción, todas las
organizaciones arrojaron ese capital político en una vorágine de
elecciones y marchas. La principal preocupación de sus dirigentes
era "ganar la calle" y medirse las costillas con los vecinos
de la izquierda, dejando de lado la formación teórica de los nuevos
militantes. Mientras tanto se va dando otro proceso. Junto al advenimiento
de la democracia burguesa y el ascenso de Alfonsín al gobierno,
se da un recambio en la camada de intelectuales que se hace cargo
de las cátedras universitarias. Era la época del "destape",
de catarsis generalizada luego de años de broncas e impotencia.
En ese clima, los sectores izquierdistas de la juventud argentina
que buscaban su camino hacia la revolución encuentran en las facultades
de ciencias humanísticas y sociales un discurso que cuadra en los
sentimientos anti-dictadura.
A las cátedras "asépticas" y "apolíticas"
de la dictadura se les responde desde las nuevas, cubiertas por
intelectuales que hacen de la denuncia acerca de la "ideología
presente en todo discurso", del "atravesamiento de toda
expresión humana por el poder" un lugar común. Pero no era
ya la crítica marxista as poder burgués de los ´70, se trataba de
un nuevo discurso, el de las denominadas "nuevas izquierdas",
el cual, denominaremos: "neoprogresismo"(1), y que en
lo fundamental, (pese a la heterogeneidad de enfoques), esta filosóficamente
basado en el irracionalismo de Nietzche y en el estructuralismo
francés (Michel Foucault, Roland Barthes, Louis Althusser, Jacques
Lacan, etc.).
Veamos detenidamente ñas características de
la metamorfosis operada. Si la dictadura se proponía como dueña
de la verdad, el neoprogresismo negó ese discurso con un relativismo
absoluto en materia de la posibilidad del conocimiento. Ya sea mediante
un relativismo histórico, social cultural o subjetivo-psicológico,
la posibilidad de conocer la realidad fue y es duramente atacada
mediante la absolutización del carácter relativo de la verdad.
Solo existiría la "realidad psíquica", el "paradigma
presente", la "convención cultural".
El hombre con su voluntad, principal arma de
la revolución, queda sujeta a estructuras que lo determinan de la
manera más universal y metafísica (sea el inconsciente, el lenguaje,
la cultura, etc.) y desaparece en la redes de las mismas.
Sin criterio de verdad, la convicción política
sería una mera ilusión y la inacción política casi un acto de honestidad.
Por otro lado, la crítica al poder parece alejar la sensación de
complicidad que la inacción provoca. Se da así la paradoja de facultades
llenas de jóvenes críticos al poder en las palabras, que son totalmente
pasivos en los hechos.
Estos efectos ya habían sido observados por
el filósofo marxista francés Lucien Sève, en su obra "Marxismo
y teoría de la personalidad" (de 1969), en la cual, refiriéndose
específicamente al estructuralismo señala "...es no sólo un
error epistemológico sino un fenómeno ideológico pleno de sentido
social y político... (ya que)... aflora como una ideología de adaptación
desilusionada de la sociedad burguesa, considerada ni más ni menos
absurda que cualquier otra; de distanciamiento 'objetivo' con respecto
a la acción política progresista, cuyo sentido se reducía siempre,
en mayor o menor medida, a una ilusión tras la cual los hombres
se ocultan a sí mismos el desatino de las estructuras que los gobiernan.
-'La ambición teórica de las ciencias humanas'- dice muy significativamente
Lèvi Strauss- 'implica tomar distancia frente a al acción. Por lo
demás a lo largo de milenios no han dejado de nacer y desaparecer,
de un lado y de otro, como un relámpago efímero, millares de mundos
humanos. De todos ellos ¿cual es el bueno?'. Este escepticismo histórico
y antropológico disuelve al hombre con tanta mayor facilidad cuanto
que lo observa desde el punto de vista de Sirio, desde donde, como
es sabido, ya no se perciben más que los motivos de un conservadurismo
distinguido, eventualmente suplantado por el aliento, a la distancia,
a revoluciones exóticas."
Otra novedad es la aparición de una actitud
diferente hacia el marxismo. Si la prohibición que sobre el mismo
imponía la dictadura lo transformaba en un enemigo teórico temible,
todo cambió con las nuevas teorías, que ocupan el terreno una vez
aniquilado el movimiento político de los '60/'70.
El estructural-irracionalismo siempre gustó
de presentarse como superador del marxismo. En el mejor de la casos,
ahora se practica un "piadoso respeto" por una versión
momificada del marxismo. En general, los pocos textos de los clásicos
que llegan a los estudiantes se leen desgajados del tronco de pensamiento
materialista dialéctico. Las más de las veces, el acercamiento pasa
por versiones de comentaristas que, vaciándolo de contenido, brindando
caricaturas simplificadas, se pierden en el descubrimiento de la
nueva "sutileza" que demuestra como han "superado"
a Marx.
El resultado fue transformar a Marx, de enemigo
innombrable, en el "viejito inocente" que de vez en cuando
se acerca a la barra "oficial" de intelectuales "rebeldes".
¿Y LOS MARXISTAS?
"...Hemos guardado un silencio
bastante parecido a la estupidez..." Es la cita que
Galeano toma de la proclama insurreccional de la Junta Tuitiva de
la Ciudad de La Paz, del 16 de julio de 1809, para encabezar su
clásico "Las venas abiertas de América latina" uy que
está hecha a medida para expresar el cuadro de situación.
Los cachetazos eran para nosotros, pero aplaudíamos
por no saber donde teníamos la cara.
Repetimos la inmovilidad teórica que padecía
el marxismo francés en los '60/'70, provocando su desplazamiento
y posterior destierro a la marginación cultural, siendo reemplazado
por el oponente estructuralista.
En lugar de difundir la teoría marxista en las
universidades, poco a poco las nuevas teorías hegemónicas, neoprogresistas,
se fueron difundiendo al interior de las organizaciones de izquierda,
comenzando a ocupar un lugar en algunas de sus revistas teóricas.
Citar a Lacan, Althusser, o Foucault daría un aire de apertura y
renovación.
Se comenzó a repetir, como Bogdanov en la Rusia
contrarrevolucionaria del '08 "El Marxismo es para mi la negación
de la objetividad incondicional de toda verdad". En efecto,
de nada sirvió que en su demoledora respuesta a esta postura, en
el mencionado "Materialismo y Empiriocriticismo", Lenin
ya hubiera demostrado que estas novedades no eran sino volver al
premarxismo, a Berkeley(2), a Kant(3). Los marxistas volvimos a
tropezar con la misma piedra.
Ni siquiera ayudó el olfato de clase. Se puede
entender que exista, como en realidad sucede, alguna cátedra que
mantenga una postura ideológica clasista. Pero ¿no es un
tanto dudosa una crítica al sistema que es discurso hegemónico en
las facultades del sistema, que tiene un lugar privilegiado
en el "Clarín Cultural" y en el "Página 12"?.
La crisis del marxismo es en primer
término crisis de los marxistas. Crisis de identidad que
está basada en un enorme déficit teórico y que hace que nuestros
intentos por navegar en la política nos lleven invariablemente a
encallar en las aguas del enemigo. Crisis que sólo superaremos yendo
al núcleo de nuestras confusiones.
CONFUSIONES
Hemos confundido dogmatismo con ortodoxia.
Pareciera que cada vez que volvemos a los clásicos del
marxismo tendríamos que aclarar que lo hacemos sin dogmatismo. Pareciera
que cualquier "novedad teórica" es virgen de todo dogmatismo
simplemente por su calidad de nueva. Pero si consideramos que dogmático
es todo juicio que se sostiene como inverificable, más allá de toda
evidencia y para cuya creencia es necesaria la fe, no nos queda
más que dar por tierra con esos planteamientos. Que el marxismo
haya sido muchas veces dogmatizado por el desviacionismo no implica
que su método de conocimiento, que está basado en la práctica, lo
sea.
Desde el "neoprogresismo" se comenzó
a llamarnos a la "humildad". Los marxistas debemos abandonar
nuestras pretensiones de objetividad y admitir que nuestras teorías
son tan válidas como cualquier otra.
Así, para dejar de ser "dinosaurios",
"duros", esclerosados", deberíamos admitir,
por ejemplo, que la teoría de la plusvalía, que se verifica diariamente
en todo el mundo, es tan válida como las erráticas justificaciones
de la burguesía.
Contradictoriamente, nosotros, los marxistas,
seríamos soberbios y dogmáticos cuando afirmamos una convicción
luego de verificar científicamente en la práctica nuestras teorías,
mientras que los señores neoprogresistas serían campeones de la
humildad porque, luego de "bajar línea" con las afirmaciones
menos fundamentadas y más anticientíficas nos "teatralizan"
un poco de escepticismo. Tal vez, hayan sido los ornamentos "anarcoudes",
"cuestionadores", "contestatarios", los que
hicieron estas teorías atractivas para los marxistas y efectivos
sus "llamados". Lo cierto es que terminamos confundiendo
"humildad" con escepticismo, "apertura" con
eclecticismo, "dogmatismo" con convicción, "rigidez"
con ortodoxia. Pero, como ya resaltamos, esta empresa sólo fue posible
gracias a los auspiciosos inequívocos del poder.
Vale entonces, preguntarse si los dogmáticos
no serán acaso quienes nos vendan escepticismo y tibias ironías
en estas tierras latinoamericanas, donde la evidencia de las lacras
del capitalismo se traduce en hambre, desocupación , segregación,
dictaduras torturadoras y asesinas, donde el imperialismo norteamericano
decide directamente sobre la suerte de millones de personas, que
deben resignar sus sueños, alienando sus vidas para sostener un
sistema imperial unipolar, vergonzoso y anacrónico.
Para entender el rol del escepticismo y el relativismo
en nuestra sociedad hay un dato que es clave: el mismo no se ha
difundido en ámbitos implicados en la extracción de plusvalía ni
en los responsables de reprimir, sino en aquellos que históricamente
han sido críticos del sistema. A la hora de elevar la extracción
de plusvalía los burgueses buscan los expertos mejor formados en
el plano científico. A la hora de reprimir obreros, no hay relativismos
para la policía; la basura relativista y anticientífica es para
aquellos sectores potencialmente revolucionarios. El pueblo no debe
tener convicciones, porque eso es peligroso para el poder de la
burguesía.
La función más palpable del neoprogresismo dentro
de la superestructura del capitalismo argentino es, pues, la de
brindar a los sectores de la intelectualidad potencialmente opositores
una teoría inocua, cuyo efecto es neutralizarlos y adaptarlos en
el marco de la hegemonía burguesa =piénsese en el dominio de Franja
Morada) en las estructuras universitarias).
Los integrantes de Sexta Tesis somos y a mucha
honra, marxistas ortodoxos, entendiendo dicho término tal como lo
definiera Gyorgy Luckacs en su "Historia y conciencia de clases",
donde expresa que "marxismo ortodoxo no significa =...) una
adhesión sin crítica a los resultados de las investigaciones de
Marx, no significa una 'fe' en una tesis, ni tampoco la exegesis
de un libro 'sagrado', antes bien, la ortodoxia en materia de marxismo
se refiere exclusivamente al método. Consiste en
la convicción científica de que con el materialismo dialéctico se
ha encontrado el método correcto de investigación y de que este
método no puede ser continuado, desarrollado y profundizado más
que en el sentido de sus fundadores. Y en la convicción de que todos
los intentos por superarlo o 'mejorar lo' han conducido (y deben
conducir) a superficialidades, a trivialidades y al eclecticismo".
PROPUESTAS
Sabemos que el camino que nos hemos propuesto
es largo. Lo comenzamos a transitar con la esperanza de que nuestro
mensaje llegue a personas dignas e inteligentes que sean capaces
(y tal vez más que nosotros) de potenciar este proceso. Si queremos
cambiar el mundo desde su raíz debemos dominar la nueva teoría que
guiará este cambio también desde la raíz, o sea, desde la filosofía.
Habrá quienes vean nuestro esfuerzo teórico come algo improductivo.
Repetidas veces hemos escuchado de compañeros "¿ Para que tanta
preocupaci6n por la teoría?, el problema es "que hacemos hoy
para resistir al gobierno". O "¿ la teoría?, la iremos
construyendo en la lucha".
Claro que esta efervescencia luego se transforma
en una "serena madurez" para explicar los motivos de los
fracasos de cada una de las empresas que proponen. La izquierda
abunda en reconocimiento de errores: "No hemos sabido contactar
con las masas", "No dio la correlación de fuerzas",
"el resto de las fuerzas de izquierda no siguió nuestro curso
de acción" (y per eso "ellos" tienen la culpa de
"nuestro" fracaso) o sea "Las importantes tareas
que nos hemos propuesto con audacia revolucionaria... nos terminan
quedando tan grandes que finalmente nos diluimos y dejamos la formación
teórica para más adelante".
Pero tanta humildad autocrítica sin abandono
del practicismo ya no nos convence. Prepararse para vencer implica
calibrar concienzudamente nuestras armas teóricas como prioridad
funda mental. El primer enemigo que debemos vencer está dentro nuestro
y es la falta de manejo de la dialéctica. No es
índice de valentía afrontar una tarea que puede costar la vida si
primero no se han eliminado las sombras de duda que pueden anidar
en la conciencia.
Nosotros, desde Sexta Tesis, consideramos esta
una tarea guevarista. Aunque parezca paradójico para aquellos que
del Che sólo asimilan la caricatura romanticona en boga por estos
tiempos. Nosotros rescatamos al Che lector atento de El Capital,
al que en la mochila de guerrillero siempre llevaba un libro, al
antidogmático, al que, en 1965 en su "El socialismo y el Hombre
en Cuba" denunciaba "al escolasticismo que ha frenado
el desarrollo de la filosofía marxista". Palabras sabias, sin
dudas, pero poco tenidas en cuenta en sus terribles consecuencias.
Mal puede dar frutos un árbol cuyas raíces están siendo atacadas
por el escolasticismo, el desviacionismo y la crítica burguesa.
.Esto no implica que estemos abogando por el abandono de las luchas
concretas.
Enfatizamos que las mismas no pueden ser excusa
para continuar dejando de lado la formación ideológica, condici6n
básica para que nuestros esfuerzos prácticos tengan sentido revolucionario.
Nosotros hemos dejado de lado las esperanzas
inmediatistas en los frutos de las cosechas del año que viene para
detenernos a revisar el estado en que se encuentran nuestras raíces,
tarea que será el eje de nuestra publicación.
Nuestras líneas de trabajo, en
principio serán las siguientes:
1) Las categorías
fundamentales de la dialéctica materialista plasman la respuesta
a preguntas que la humanidad se realizó por más de dos milenios.
Poco podemos agregar para destacar la magnitud de este hecho.
Estas categorías son herramientas para comprender
el mundo y transformarlo revolucionariamente, pero no son herramientas
cualquiera, son las más complejas y sutiles.
Hablar, por ejemplo, de unidad y lucha de contrarios,
tal come aparece en los manuales de filosofía marxista, es una cosa.
Pero dominar la categoría como herramienta de análisis de la realidad
es otra muy superior. Implica disciplinar el propio espíritu en
el método de pensamiento científico que abarca de manera más profunda
y multifacética al objeto de estudio, resistiendo a nuestras propias
tendencias a unilateralizarlo, a quedarnos con una de las facetas
contradictorias del mismo. Buscar en cada proceso las contradicciones
que le dan vida. Manejar una cantidad de ejemplos ilustrativos en
cada una de las formas de movimiento de la realidad objetiva para
llegar a internalizar la ley come método de análisis de la vida.
Significa ser tan consecuentes como para permitirnos mirar hacia
adentro y observar las propias contradicciones, luchando para que
lo nuevo existente en nosotros venza a lo viejo. Es decir, transformar
en contenido teórico en actitud dialéctica y revolucionaria. Negarse
a sí mismo, siguiendo (dentro de nuestras posibles limitaciones)
el ejemplo inmenso del Che Guevara.
La aprehensión de una categoría bastante central
de la dialéctica, como la de unidad y lucha de contrarios, merece
todas estas consideraciones. Pero ¿qué decir de aquel las más periféricas,
menos conocidas?. Creemos que gran parte de los marxistas argentinos
ni siquiera manejamos bien el manual. Vemos así come muchas veces
aparece una relación formal con las categorías, las cuales son utilizadas
como ornamento de los informes, para que parezcan "mas marxistas".
La dialéctica deja paso al "palabrerío dialéctico". Entre
la teoría y la vida, un abismo. Visto desde esta perspectiva, el
déficit teórico en el que nos encontramos es preocupante. Estamos
come un mono frente a una computadora, es decir, contamos Con un
instrumento ultraavanzado, pero por desconocer su funcionamiento,
no podemos utilizar de é1 nada más que características superficiales
y secundarias.
En un análisis simplista podemos achacarle toda
la responsabilidad de este divorcio histórico al "mono".
Nosotros no somos monos, podemos estudiar filosofía. De hecho ésta
es una parte del problema, pero só1o una parte. No todo está bien
con nuestra "computadora"" La filosofía adolece de
elementos adecuados de exposición, Marx era conciente de la necesidad
de un escrito que explicara de manera accesible lo racional del
método 1ógico descubierto por Hegel.
Al finalizar "El Capital" se proponía
realizar esta tarea en un texto al que denominaría "La Dialéctica",
pero esta empresa se vio abortada por su muerte. Desde entonces
¿Cómo se forma un cuadro marxista que se quiere acercar a la filosofía
hoy por hoy?. En general se recurre a la versión idealista que expone
Hegel en su "Ciencia de la Lógica". En este caso hay que
afrontar una labor adicional de elaboración.
Esto no es necesario en otros textos generalmente
aceptados como el "Anti-Diihring" y el "Dialéctica
de la Naturaleza" de Engels y el "Materialismo y Empiriocriticismo"
de Lenin. Pero la Ontología* · en la cual se fundamentan es la de
fines del siglo XIX y principios del XX. El idealismo actual, si
bien repite viejos esquemas, los fundamenta en los nuevos descubrimientos
científicos, expone nuevos campos de confrontaci6n teórica y el
marxismo va apareciendo sin respuesta. La concepción más avanzada,
para mucha gente honesta, termina quedando coma la más antigua.
Los manuales de Lógica Dialéctica publicados en este siglo no han
dado a la filosofía marxista la relevancia que diera "El Capital"
a la Economía Política. El materialismo aún no ha producido su gran
"tratado filosófico".
Una obra de estas características seria sin
lugar a dudas un serio aporte a la rejerarquiración de la filosofía
marxista. Pero aún así, quedan par resolverse los problemas de la
teoría para su divulgación. Frente a las desafíos que el objeto
de estudio presenta a la dialéctica, los manuales de filosofía con
que contamos son una pobre respuesta.
No es nuestra pretensión cubrir todos los déficits
con los humildes esfuerzos que podemos hacer desde Sexta Tesis,
pero sí creemos posible continuar estableciendo el vínculo entre
la filosofía y la ciencia, partiendo del rol específico de cada
área del saber. La filosofía, como guía epistemológica de la ciencia,
la ciencia corroborando, corrigiendo o refutando la vigencia de
las categorías filosóficas así como, eventualmente, incorporando
nuevos elementos lógicos o metodológicos. Vínculo vitalizador que
evita a la filosofía marxista transformarse en una escolástica fosilizada,
y a la ciencia realizar rodeos inútiles y perderse en los callejones
sin salida del idealismo.
2) Pero,
si se han tratado inadecuadamente los elementos lógicos y metodológicos
provenientes de la raigambre marxista, los aportes positivos provenientes
de otras corrientes del pensamiento ni siquiera han sido registrados.
Tal es el caso de la teoría cibernética, un logro fundamental del
siglo XX que nos brinda categorías para comprender procesos dinámicas
complejos y el rol de la información en la organizaci6n de los mismos.
Y no estamos hablando de las computadoras, asociadas inmediatamente
a dicha teoría. Las herramientas de conocimiento cibernéticas han
demostrado su aplicabilidad desde la física cuántica, la biología
hasta la dinámica neuronal, la conciencia y el inconciente y seguramente
tenga mucho que decirnos sobre el funcionamiento de las sociedades.
Sin embargo los marxistas no hemos podido incorporara
nuestra cosmovisión, a nuestro sentido común y a nuestra praxis
política tan importantes aportes. Detengámonos un poco en las causas
de este retraso.
Cuando en 1948 se publica "Cibernetics,
or Control and Comunication in the Man and The Machine", del
eminente matemático norteamericano Norbert Wiener, da a luz uno
de las conocimientos científicos mas determinantes en el desarrollo
posterior de la humanidad.
En el desarrollo de su teoría, Wiener sintetiza
conocimientos provenientes de distintos campos del saber. En el
campo socialista existía un fermento intelectual que permitió el
descubrimiento del nuevo enfoque y que podría haber jugado un importante
papel en el desarrollo de una epistemología que integrara dialécticamente
la cibernética en el marxismo. Pero si las condiciones intelectuales
estaban dadas, las políticas no. La cibernética es rechazada por
el estalinismo, catalogada de "ciencia burguesa".*
Rehabilitada en el XXII Congreso del Partido
Comunista de la Unión Soviética, la cibernética quedó circunscripta
a su aplicación en problemas de las ciencias particulares. Su significación
en el plano del materialismo dialéctico e histórico continuó siendo
un terreno vedado. Queda por imaginar la cantidad de "techos"
con los que se encontrarían aquellos que pretendieran reflexionar
acerca de la importancia de la información en las sociedades euroorientales,
donde las restricciones en este plano llegaron al absurdo.
Pero como la historia avanza, todo estancamiento
no hace más que profundizar las brechas que nos separan de las nuevas
cosmoivisiones científicas. Tal es el caso de la teoría de las catástrofes,
cuya relación con la ley de transformación de acumulación cuantitativa
en saltos cualitativos queda por revelarse y la teoría del caos,
cuyo análisis desde el materialismo dialéctico es una cuenta pendiente.
3) Ya desde el título
de nuestra publicación, rescatamos la línea de pensamiento que abrió
Marx hace 150 años con su Sexta Tesis sobre Feuerbach, en la cual
dice que "La esencia del hombre no es una abstracción
inherente al individuo, en su realidad es el conjunto de las relaciones
sociales"
Con esta frase Marx sintetiza genialmente la
respuesta científica al interrogante que acompaña al hombre desde
su auto conciencia y sienta la base materialista para la investigación
acerca del ser humano.
El tema del hombre será central en toda su vida.
Junto a Engels escribe en el '45/' 46 "La Ideología Alemana",
donde intentan profundizar en la concepción del hombre poro, limitados
en sus conocimientos económicos, deciden no publicar la obra y como
dijera este último entregarla a la crítica implacable de los roedores.
Marx entendió que para arribar a una ciencia
del individuo concreto había que desenmarañar la trama de las relaciones
sociales partiendo desde las categorías más indeterminadas que rigen
su devenir. Su profundización en la economía política es el resultado
1ógico de esa reflexión.
El camino hacia la madurez teórica que culmina
con "El Capital" demuestra como Marx constantemente vuelve
al tema del hombre concreto. Poro muere cuando el curso de sus investigaciones
comienza a retomar de lleno el tema del ser humano con el capitulo
de las clases y la lucha de clases.
Por su parte, Engels aportó un basamento fundamental
a la concepción materialista del hombre con su folleto "Proceso
de hominización del mono a través del trabajo", entroncando
la conciencia humana con sus orígenes en la historia natural.
Lenin realizó análisis fundamentales sobre
el ser humano como artífice de la revolución proletaria, como agudo
observador que, a partir de los hechos sociales, penetraba en los
sentimientos y pensamientos de los sectores sociales. Sin embargo,
no realiz6 ninguna sistematización de sus concepciones en éste plano
y no estamos al tanto de que esta tarea la haya realizado con altura
otro autor.
No obstante, podemos decir que Lenin fue quien
más aceleró el desarrollo teórico al aportar a la historia de la
humanidad ese experimento a escala mundial que significó la construcción
del primer estado socialista. Por ejemplo, Lenin descarta cierto
mecanicismo económico de su concepción revolucionaria luego de que
el devenir histórico demostrara que la Revolución Rusa no desembocaría
en idénticos movimientos en los países eurooccidentales. En efecto,
las concepciones vigentes hasta el memento daban preeminencia al
grado de desarrollo de las contradicciones en la base económica,
por lo cual, en los países más desarrollados tendría que darse la
revolución más rápidamente, ya que las relaciones de producción
capitalistas estaban más atrasadas con respecto a las fuerzas productivas,
haciendo las contradicciones más agudas.
Só1o la práctica demostró el rol de los seres
humanos organizados, de sus decisiones y del despliegue
conciente de su voluntad para jugar la suerte
del proceso revolucionario.
En esta línea se inscriben dos aportes fundamentales:
por un lado las reflexiones de Gramsci en lo referente a la transmisión
de ideología, la formación de hegemonía y el análisis de actitudes
de sectores sociales. Por otra parte, nos queda la riqueza teórica
y práctica que en este plano nos ha dejado el Che Guevara, haciendo
especial hincapié en su famoso debate económico del '63-'64 (en
torno a la significación de la ley del valor en el socialismo, la
planificación y la desalienación) y su pensamiento sobre el rol
de la personalidad
en la revolución. ¿Cuánta mayor claridad se
hubiera podido dar a estos temas de haber existido una ciencia consolidada
acerca del individuo?. Es decir, ¿qué nueva luz podrían haber aportado
categorías como motivación, autoestima, confianza, personalidad,
etc. de haber sido convocadas a estos debates.
El desafío es, desde el materialismo, sin caer
en reduccionismos psicologistas, reflexionar acerca de la correlación
de estas categorías psicológicas con las relaciones sociales en
las cuales se desarrollan.
La superación del retraso en este plano podría
ser vital para aportar teóricamente a la comprensión de la superestructura
en general y del proceso mediante el cual realizar la desalienación
humana a escala social en particular.
Precisamente fue el enemigo quien vio con mayor
claridad que este era un punto flojo del marxismo y allí es donde
presentó una dura batalla ideológica. Un aspecto insuficientemente
analizado del avance del neoliberalismo es que necesitó imponer
en el sentido común una especifica concepción del hombre, según
la cual la motivación esencial de la actividad humana es el lucro.
Aún rechazando esta idea, en muchos de nosotros
ha calado hondo la sospecha de que toda revolución termina siendo
traicionada porque es inherente al hombre corromperse con el poder.
Estos planteamientos tienden a paralizarnos,
en la medida en que transforman un problema concreto que necesita
respuestas concretas en un obstáculo metafísico inaccesible a la
razón.
Frente a esta circunstancia histórica, la VI
Tesis sobre Feuerbach adquiere una importancia capital como basamento
de una concepción científica del hombre.
La VI Tesis arrebata al capitalismo y a sus
lacras sus pretensiones de ser "eternos" y "naturales"
para restablecerlos en su lugar de producciones sociohistóricamente
determinadas. Nos llama a no resignamos: nada hay de natural en
el hombre socializado, no es posible encontrar las causas de las
miserias de la humanidad en alguna instancia abstracta inherente
al individuo aislado, sino en el conjunto de las relaciones sociales.
La VI Tesis es la bandera de todos aquellos
que vemos el futuro con un optimismo fundamentado, bandera
que nos diferencia claramente de los melosos humanismos
de la burguesía, marcándonos el rumbo de la revolución social como
paso los melosos humanismos de la burguesía, marcándonos el rumbo
de la revolución social como paso necesario para construir una sociedad
de hombres nuevos.
El desarrollo de una concepción filosófica del
hombre es, pues, una tarea necesaria para el desarrollo del materialismo
histórico, la lucha ideológica y el perfeccionamiento de nuestra
praxis política.
Pero también lo es en su conexión con los problemas
más abstractos y generales de la filosofía. En efecto, en sus cuadernos
filosóficos*, Lenin nos señala como tarea para las futuras generaciones
la constitución de la teoría del conocimiento y la dialéctica sobre
siete campos del saber. Dos de ellos, la historia de la filosofía
y de las distintas ciencias, apuntan a establecer el desarrollo
de la1ógica en la humanidad. Las cinco restantes son: historia del
desarrollo mental del niño, del animal, del lenguaje, la psicología
y la fisiología de los órganos de los sentidos
Queda evidenciada en esta enumeración la importancia
que daba Lenin a la fundamentación empírica proveniente de una concepción
marxista del hombre, de un humanismo científico, para el avance
de la filosofía.
Por otro lado, así como la filosofía marxista
sólo puede desarrollarse con el concurso de los aportes de una concepción
psicológica científicamente fundamentada, esta necesidad es mutua.
Por ello, una de las ideas centrales que nos
proponemos desarrollar es que, sin la guía epistemológica del marxismo,
es imposible profundizar en un objeto tan complejo como el ser humano
sin perder el rumbo. Aunque este razonamiento debiera ser obvio
para quien se reivindica materialista dialéctico, lo cierto es que
los marxistas no hacemos más que perdernos en este punto.
Pero ¿existe alguna corriente teórica que halla
realizado esta tarea?
En este sentido rescatamos los aportes realizados
por la escuela psicológica que fundara en Rusia Lev Semionovich
Vygotski. En su imperdonablemente corta vida (l 896-1 934), sentó
las bases para la investigación del psiquismo humano desde el enfoque
materialista dialéctico.
El desconocimiento de los avances de esta corriente
teórica se debe, en gran parte, al silenciamiento de que fue objeto
por parte del estalinismo.
4) El desarrollo
del humanismo científico dialéctico en sus múltiples correlaciones
con la práctica es sin duda un campo de entrecruzamientos sumamente
fértiles.
Gramsci ya había abordado el problema en términos
de cómo una ideología se transforma en "sentido común".
Creemos posible, desde una teoría psicológica
aportar al tema del papel de la personalidad en el proceso revolucionario.
La potencialidad de este enfoque para dar nuevo
brillo a viejos debates se expresa en múltiples temas que pueden
ser de utilidad para la lucha ideológica, pero también para la tecnología
política.
Consideramos que el humanismo dialéctico puede
ser una llave eficaz para entrar en los controvertidos terrenos
de la estética y como parte integrante de esta cuestión, la relación
entre estética y revolución. Intentaremos una reflexión sobre el
arte revolucionario, en su específico aspecto de ser objetivación
de actitudes éticas, expresión de sentidos personales del creador
y medio de transmisión de los mismos al pueblo. Este enfoque evita
en su esencia la formulación de prescripciones dogmáticas mediante
las cuales el artista revolucionario debiera expresarse, rescatando
la riqueza dialéctica del movimiento creativo, reflejando en aquellas
experiencias que han dado legitimidad cultural a la revolución.
Estas son, pues, algunas de las reflexiones
que han ido surgiendo en nuestro trabajo colectivo.
Desde esta publicación comenzamos a compartirlas
con Uds. No esperamos dar todas las respuestas a los problemas planteados
ya que lejos estamos de formularlos desde algún punto de llegada.
Para este primer número hemos decidido incorporar
dos artículos que, desde distintos aspectos, se centran en el problema
fundamental de la filosofía, la pregunta acerca de la relación entre
la materia y la conciencia.
El primero de ellos confronta con la difundida
versión del "Paradigma de Kuhn", el segundo, con las concepciones
del semiólogo estructuralista Roland Barthes.
Hemos escogido dos versiones relativistas que
en los últimos años han tenido amplia difusión: histórico - científico
de Kuhn y la subjetivización de los objetos que propone Roland Barthes.
Como es tradición en la literatura marxista,
expondremos el punto de vista materialista dialéctico en oposición
a teorías contrarias.
El tema central de este primer número es, pues,
la defensa del materialismo, piedra basal del marxismo. Demostraremos
la endeblez de las criticas idealistas que hoy se difunden.
Hasta aquí nuestra presentación. Proponemos
volver a las raíces con la mirada puesta en el futuro. Contamos
para esta empresa con un único motor: el orgullo de ser marxistas.
Esperamos que vuestra atención y apoyo nos acompañen, ya que serán
decisivos para la continuidad de la misma.
BIBLIOGRAFÍA:
Lenin:
-Cuadernos filosóficos, 00
CC T. XXIX
-Materialismo y Empiriocriticismo
-Ed. Fundamentos, Madrid 1973
-¿Qué hacer? -Ed. Anteo, Pequeña
biblioteca marxista leninista, Bs. As. 1974.
Seve, Lucien:
Marxismo y teoría de la personalidad Ed. Amorrortu
Novik, Ilia B.:
- Sociología, Filosofía y Cibernética Ed. Platina, Bs. As. 1965.
Blanck, Guillermo:
- Vygotski, memoria y vigencia.
(1)Denominaremos
"neoprogresismo" a la corriente de pensamiento pseudoizquierdista
que alimenta y es reproducido por las denominadas "nuevas izquierdas",
que en la Argentina adquiere importancia una vez que hubo culminado
el "Operativo Independencia" de la dictadura militar.
Esta corriente, en el marco de una supuesta crítica al poder, se
caracteriza por atacar con notable virulencia al marxismo. Hacemos
hincapié en el prefijo neo precisamente por esta
última característica que diferencia a esta versión, (de tintes
pragmáticos y posmodernos), de aquel progresismo que en el pasado
luchó valientemente junto al marxismo contra la reacción y el Imperialismo,
(ejemplo: Cesar Augusto Sandino, Emiliano Zapata, Velasco Alvarado,
Omar Torrijos). El neoprogresismo no es un pensamiento coherente
y unificado. Se expresa políticamente en sectores del FREPASO, el
radicalismo, de la izquierda y en disímiles expresiones de la cultura
nacional. Voceros del neoprogresismo podemos encontrarlos por ejemplo,
en el diario Página 12, en la revista La Maga, en diversas cátedras
humanísticas de las universidades argentinas. Si bien ya pasó su
etapa más digna, en la "resistencia" a la dictadura (por
ejemplo, con la revista HUMOR), las presiones recibidas se tradujeron
primero en autocensura y luego en abjuración de todo elemento que
emparentara al nuevo "progresismo" con el marxismo. Basado
en consignas democrático -burguesas, fue perdiendo libreto durante
el alfonsinismo hasta demostrar su absoluta impotencia frente al
neoliberalismo menemista, ante el cual claudica ideológicamente
(caída del Muro mediante). Dando algunas pinceladas de color podemos
afirmar que al neoprogresismo no le gusta la frivolidad y corrupción
menemistas, es sensible al tema de los derechos humanos y la ecología
(a veces en el peor sentido, es decir, aquel que es capaz de rodear
un árbol para que no lo talen, pero que ni siquiera se plantea como
problema la mortalidad infantil). Sueña con una sociedad más justa
y digna, pero no está dispuesta a asumir en toda su dimensión la
lucha revolucionaria. La lucha de clases es un concepto olvidado
en su vocabulario, el cual deja paso a la idea de que el poder reprime
a las "diferencias" en general, la "otredad":
teoría tan diluida como inofensiva. A decir verdad se ha acostumbrado
a las privatizaciones y a la estabilidad. Ha sido adiestrado para
superar sus "viejos prejuicios" y hoy vive sin mucha contradicción
su afán de consumo, su vida sin militancia y su adicción a la TV.
Simpatiza con Cuba pero considera que "no serviría para vivir
allí". Pero no es nuestro interés cargar las tintas sobre el
vacío existencial del neoprogresismo, sino para destacarlo como
un epifenómeno de la miseria de los propios marxistas que. Huérfanos
de modelos, yermos de mística, no sólo dejamos de ejercer influencia
sobre otras corrientes, sino que terminamos mimetizándonos con el
neoprogresismo y tomando como propias sus costumbres, voceros y
por último, sus ideas. El neoprogresismo, como a todo pensamiento
pequeñoburgués y oportunista, cuadran perfectamente los conceptos
que Lenin vertiera en 1904, en su "Un paso adelante, dos pasos
atrás": "Al hablar de lucha contra el oportunismo, no
debe olvidarse nunca un rasgo característico de todo oportunismo
contemporáneo en todos lo terrenos: su carácter indefinido, difuso,
inhaprensible. El oportunista, por su misma naturaleza, esquiva
siempre platear los problemas de un modo preciso y definitivo, busca
el equilibrio, se arrastra sinuosamente entre dos puntos de vista
que se excluyen mutuamente, esforzándose por ESTAR DE ACUERDO CON
UNO Y CON OTRO, reduciendo sus divergencias a pequeñas correcciones,
a dudas , a buenos deseos inocentes".
(2) Berkeley
George: Filosofo idealista inglés (1658-1753), afirmaba que nada
puede existir si no es percibido.
(3) Kant Immanuel:
Filosofo idealista alemán (1724-1804), negaba que la conciencia
pudiera conocer la cosa en sí, sólo podría conocerse el fenómeno.
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