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El Psicoanálisis
y el Materialismo Dialéctico: dos caminos distintos
CRÍTICA DESDE LA PSICOLOGÍA
MARXISTA
Marcos
Lara
INTRODUCCIÓN
La idea de este artículo es la de una
revisión breve, (pero tratando que por breve no se simplifique)
de la teoría psicoanalítica de Freud, ya que se trata de tomar los
pilares fundamentales que constituyen la estructura de la teoría
freudiana.
El por qué de este trabajo tiene que
ver con que la teoría psicoanalítica es la hegemónica en la mayoría
de las universidades nacionales, fenómeno que no ocurre en otro
lugar del mundo. La influencia del psicoanálisis no sólo se verifica
en el ámbito académico sino que también tiene su presencia en los
medios masivos de comunicación y en otros ámbitos de la cultura.
Pero algo que llama más aún la atención es que esta teoría, idealista,
irracional (como ya iremos viendo en las siguientes páginas) tenga
gran influencia en amplios sectores de la izquierda argentina, desde
trotzquistas hasta quienes se postulan marxistas -leninistas. Con
esto no queremos decir que aquellos que se postulan marxistas-leninistas
no sean consecuentes en ámbitos de la política o la economía, sino
que, a pesar de ello, asumen posiciones contrapuestas al materialismo
dialéctico e histórico, en cuanto a la concepción del hombre, tema
que ha sido dejado de lado tanto en su estudio, como en su desarrollo,
y tal vez, como consecuencia de ello, ha quedado desplazado de su
importante lugar dentro del materialismo dialéctico. Esta ausencia,
resultó propicia para que otras corrientes teóricas no compatibles,
ejercieran su influencia en las filas del marxismo. Por ello es
que creemos necesario hacer este tipo de revisión crítica y contrastar
una visión realista del ser humano, en este caso en su aspecto psicológico:
cómo se crea, desarrolla y consolida la mente humana y cuáles son
los múltiples factores que participan en ello. Cabe señalar que
el psicoanálisis no es meramente una teoría psicológica, sino lo
que se autodenomina una "metapsicología", una explicación
cosmovisiva del mundo.
En la evolución del psicoanálisis se
pueden distinguir dos fases. Al principio se limitó a interpretar
la génesis y la terapia de algunas enfermedades mentales, en una
segunda fase extendió su influencia más allá de los límites de la
clínica y pretendió convertirse en una doctrina sociológica y filosófica
y de postularse como una concepción acabada del mundo.
En la teoría psicoanalítica, como en
toda teoría, existen por lo menos dos planos distintos de valoración.
Se puede evaluar una teoría desde el punto de vista de su exactitud
y además se la puede evaluar según el papel que desempeña en la
historia de la cultura y de la sociedad, y en los dos planos (y
ese es el fondo del problema) no siempre se vinculan entre sí en
forma unívoca; hay teorías falsas que en el momento de su discusión
no ejercieron influencia alguna sobre la ciencia, hay teorías que,
aunque son profundamente falsas, siguen representando un enorme
papel en la vida cultural y social, y sólo contribuyen a hacer que
la humanidad retroceda, y no que marche hacia delante. De esas teorías
decimos que son reaccionarias. Por consiguiente el calificativo
de "reaccionaria" es una apreciación que se hace en otro
plano que el de "falsa", no sólo abarca el reconocimiento
académico de la falta de correspondencia del pensamiento con la
experiencia, sino además, un juicio que efectuamos acerca de la
teoría como factor de progreso social y su papel histórico.
En el caso que aquí nos interesa, la
teoría psicoanalítica, lo que hace es naturalizar y subjetivizar
los problemas sociales, como por ejemplo podría ser la explotación,
donde las frustraciones personales poco tienen que ver con un sistema
socio-económico y sí tiene que ver con problemas subjetivos.
Para entender la esencia del psicoanálisis
y su incompatibilidad con la interpretación materialista dialéctica
de los problemas biológicos y humanos, es preciso estudiar el desarrollo
de la teoría freudiana.
FUENTES DE LA TEORÍA PSICOANALÍTICA
DE FREUD
Al intentar resolver mediante términos
exclusivamente psicológicos los problemas esenciales de la mente
humana, Freud se basó en por lo menos siete corrientes del pensamiento
del siglo XIX: la sugestión hipnótica, el simbolismo, traducción
e interpretación de los sueños, la idea de una herencia mental innata,
la sexología, la psicología del inconciente y por último el voluntarismo
biológico y la filosofía del inconciente.
La sugestión hipnótica tal como la
desarrollaron Bernheim y Liebanet entre otros, convenció a Freud
no sólo de la existencia de los recuerdos inconcientes, sino que
la actividad anímica humana es en gran medida inconciente y que
sólo una pequeña parte es conciente; algo parecido a un iceberg
cuya masa principal está debajo de la superficie del agua.
La sugestión hipnótica demostró la
importancia y el gran alcance de la actividad psíquica inconciente.
Pero no sirvió en forma adecuada para revelar en que consistía tal
actividad. Freud resolvió este problema, para propia satisfacción,
tomando elementos de una corriente oculta de pensamiento que era
y aún hoy lo es, rechazada y despreciada por toda la ciencia, la
interpretación de los sueños por medio de traducción de símbolos.
Esta corriente de pensamiento estaba en libros populares sobre sueños
y en teorías de escritores tales como Scherner, Radestock, Q. H.
Schubert y Artemidorus, todos estos autores están mencionados en
el libro de Freud "La Interpretación de los Sueños". Todos
estos autores y por supuesto Freud mismo, se proponen develar el
contenido y la naturaleza de la actividad psíquica del sueño mediante
la traducción de símbolos. Estos trabajos convencieron a Freud de
dos cosas: primero de que "hallamos en todo sueño, como fuerza
central, una actividad simbolizante de la fantasía"(1) y segundo,
que debe investigarse con seriedad "si muchos de tales símbolos
no poseerán siempre, como ciertos signos de la taquigrafía, una
significación fija"(2).
El problema de los símbolos oníricos
y de su significado estereotipado era crucial para Freud, mediante
las investigaciones realizadas llegó de los sueños hasta el folklore,
los mitos, las leyendas y los chistes populares. Recurrió a la simbología
en busca de ayuda, en fuentes tales como "La rama de oro"
de Frazer, "Los cultos, los mitos y las religiones" de
Reinich y "Contribuciones a la ciencia de la mitología "
de Max-Mueller. De estos estudios concluyó "que este simbolismo
no pertenece exclusivamente al sueño, sino que es característico
del representar inconciente, en especial popular y se nos muestra
en el folklore, los mitos, las fábulas, los modismos, los proverbios
y los chistes corrientes de un pueblo, mucho más amplia y completamente
aún que en el sueño."(3)
Por último encontró lo que buscaba
en un libro no científico, "Psicología de las Multitudes"
de Gustavo Le Bon (1895). Le Bon sostenía que lo que distingue a
las personas como individuos es sólo una superestructura psíquica
adquirida, conformada sobre una subestructura inconciente hereditaria,
igual en todos los hombres. Esta subestructura subsiste, compuesta
de recuerdos tribales, impulsos, tendencias e instintos. Le Bon
sostenía que esta herencia era arcaica, innata en cada uno de nosotros,
controla nuestros pensamientos y acciones.
Freud concluyó de este hecho "que
el contenido particular psíquico, como el simbolismo, no tenía otra
fuente que la transmisión hereditaria"(4).
Esta fue una tentativa de consagrar
el significado permanente de los símbolos mediante el "contenido
psíquico" hereditario innato: en realidad Freud rehabilita
la doctrina sobre las ideas innatas, hacía tiempo rechazada por
John Locke (1632-1704) por considerarla teórica y científicamente
insostenible y políticamente reaccionaria, ya que sigue en línea
directa el razonamiento de razas superiores e inferiores. Por ejemplo,
se podría decir que hay ideas innatas superiores y otras inferiores
y al ser heredadas biológicamente poco tiene que ver la práctica
social y el aprendizaje, estas ideas innatas serían difíciles, sino
imposibles, de modificar. El repudio de Locke a las ideas innatas
y su sustitución por el principio de que todas las ideas provienen
de la experiencia realizada en el curso de la vida, fueron aceptados
y consagrados por la ciencia por un período de 300 años y nadie
hasta la fecha, jamás pudo comprobar fehacientemente con la experiencia
la existencia de ideas innatas, nadie pudo determinar que productos
ideales como la mente se heredaran biológicamente.
Freud se encontró con que por lejos
la gran mayoría de los símbolos inconcientes podían interpretarse
como teniendo un significado sexual "establecido" directo
o indirecto. El siguiente extracto de un trabajo escrito por él
en 1910 ilustra el método interpretativo por el cual Freud asigna
un significado sexual a pretendidos símbolos inconcientes estereotipados:
"Tenemos, ante todo, el simbolismo en los sueños y en el inconciente,
tema violentamente discutido... Quisiera deciros algunas palabras
sobre estos símbolos últimamente descubiertos: Hace algún tiempo
supe que un psicólogo nada favorable a nuestra hipótesis, se había
dirigido a uno de nosotros acusándonos de exagerar la secreta significación
sexual de los sueños. Como prueba, alegaba que su sueño más frecuente
era el de estar subiendo una escalera, sueño que no encubría nada
sexual. Ante esta objeción, comenzamos a estudiar los sueños en
que aparecían escaleras, rampas, etc.; y no tardamos en fijar que
la escalera (y todo lo análogo a ella) era un seguro símbolo del
coito. No es difícil hallar la base de comparación. En una graduación
rítmica y haciéndose cada vez más agitada nuestra respiración subimos
a una altura, de la cual podemos descender rápidamente en un par
de saltos. De este modo, el ritmo del coito reaparece en el acto
de subir una escalera. No olvidemos tampoco los usos del lenguaje.
Nos muestran, en efecto, que el verbo 'subir' (steigen) es empleado
directamente y sin modificación alguna como calificación sustitutiva
del acto sexual"(5).
Hace ya algunas décadas que se sabe
que hay procesos inconcientes de reelaboración de la información,
esto es que en el momento del sueño (en los que no hay conciencia)
el cerebro tiene la capacidad de hacer trabajo útil y en ocasiones
bastante complejo, como por ejemplo encontrar solución a problemas.
Hay bibliografía en la que se comentan
investigaciones sobre la capacidad del cerebro "durmiente"
de discriminar estímulos y conservar las huellas mnémicas. En la
primera etapa de estas investigaciones se trabajaba con datos tomados
principalmente del análisis de biografías. Luego empezaron a adquirir
un carácter de exactitud más evidente y de verificación experimental.
Por supuesto que en estas investigaciones no se descubrió nada que
se relacionara con el simbolismo o algún mensaje oculto que se relacionara
con temáticas sexuales de manera exclusiva.
Vemos aquí que el método de Freud consiste
en tomar esas imágenes comunes que aparecen en los sueños, mitos,
folklore, etc., y someterlas a un proceso de razonamiento por analogía.
Razonar por analogía ha sido durante siglos cuidadosamente circunscripto
en cuanto a su legitimidad. En los trabajos de Freud la falta de
los métodos de demostración admitidos por lo general en la ciencia
moderna es una constante, esto es, la frecuente sustitución de la
argumentación lógica, experimental o estadística por razonamientos
en los cuales la metáfora y la analogía ocupan el lugar de la deducción.
Con la maduración histórica del pensamiento científico, la función
del razonamiento analógico se fue restringiendo poco a poco, hasta
reducirse a su mínima función legítima, de indicación preliminar
de hipótesis de trabajo.
Freud, en cambio, infringió esa tendencia
fundamental, utilizó sin limitaciones los razonamientos analógicos
y trató de demostrar con su ayuda la validez de muchas tesis de
la concepción psicoanalítica. De ese modo limitó (si no eliminó
del todo) la posibilidad de una análisis riguroso de las concepciones
formuladas. Freud no halló que los símbolos inconcientes tuvieran
un significado sexual, los obligó a tener un significado sexual
sometiéndolos a un razonamiento por analogía.
Con esta "llave", Freud procedió
a analizar a sus pacientes utilizando el lenguaje simbólico que
empleaban al relatar sus sueños y en la asociación libre, halló
naturalmente que sus mentes inconcientes estaban repletas de impulsos
sexuales ocultos, instintos primitivos, impulsos, etc.
Sus historias clínicas se convirtieron
en relatos de historias plagadas de aberraciones sexuales, que se
vio obligado a hacer un estudio de sexología. Con este fin recurrió
a autores como Ellis, Moebius, Hirschfield, etc., y especialmente
al "Anuario de aberraciones sexuales", publicado en Berlín.
Estos estudios reforzaron y ampliaron su orientación sexual de símbolos
estereotipados. Vale observar aquí como Freud comete el error de
querer explicar la mente normal a partir de la psicopatología, con
lo cual deja marcado un sesgo interpretativo que se ve a lo largo
de toda su obra.
Freud en su tarea de investigar cada
vez más lejos en la vida de sus pacientes, llegó inevitablemente
a la idea de la vida sexual de los bebes y los niños, incluyendo
todo tipo de "aberraciones" y las desarrolló hasta convertirlo
en su "teoría sobre la sexualidad infantil" con sus fases
oral, anal y fálica, su "incestuosa" fase de Edipo y su
Complejo de Castración y de envidia del pene.
El problema mayor de Freud, era poder
fundamentar, por qué estos recuerdos impulsos y tendencias sexuales
eran inconcientes y por que se manifestaban simbólicamente. Por
ello Freud recurrió a la corriente popular en ese momento en Alemania
y Austria (1896 aprox.), la psicología del inconciente desarrollada
por Herbart y Fechner y popularizada por Griesinger.
Herbart (1776-1841) era el psicólogo
alemán de mayor influencia en la primera mitad del siglo XIX. Reaccionando
contra el racionalismo de la escuela hegeliana de filosofía desarrolló
un concepto sobre la mente en el que las ideas inconcientes, con
una gran carga de energía, dominaban la vida mental.
Herbart concibió a la mente como teniendo
dos entradas (comparable a los censores de Freud) una llamada la
"entrada estática" separa las ideas ya sin energía de
la conciencia (comparable al preconciente de Freud) y la otra, la
"entrada mecanicista" separa aquellas ideas suprimidas
o reprimidas que conservan sus cargas de energía, de las ideas ya
sin energía y de la conciencia (comparable al inconciente de Freud).
Las ideas inconcientes cargadas, están
en constante rebelión con las ideas concientes y este conflicto
da lugar a la vida anímica.
Herbart sostenía que no existía el
olvido absoluto, olvidar según él significa represión. La verdadera
causa determinante del pensamiento y del comportamiento humano consiste
en las ideas reprimidas inconcientes que conservan su energía.
Unos setenta años antes de que Freud
"descubriera" el psicoanálisis, Herbart había hecho un
bosquejo tosco del inconciente y un esbozo de la teoría de la represión.
Es indiscutible que Freud estaba familiarizado
con la psicología de Herbart, el propio maestro de Freud, Meynert,
estaba muy influenciado por Herbart y Freud realizó un cuidadoso
estudio sobre Fechner que a su vez era partidario de Herbart.
Freud encontró la base para la solución
del problema de por qué el inconciente se manifiesta simbólicamente,
en el concepto de represión de Herbart, la teoría de la represión
es la doctrina central del psicoanálisis.
Como vemos poco tiene que ver Freud
con el estatuto en que lo quieren poner sus fieles devotos seguidores:
el de un Copérnico o un Darwin. En realidad, en lugar de ser un
descubridor como lo fueron aquellos científicos, en realidad fue
un vulgar copiador que tomo un poco de diferentes lados para armar
su teoría.
La idea principal, base del sistema
de Freud, es la determinación esencial de la vida conciente por
ideas e impulsos instintivos inconcientes y con mucha energía: de
este modo Freud pone de relieve el lado emotivo y volitivo inconciente
de la actividad psíquica, con una fuerza motora considerada más
bien biológica que social, que como habíamos mencionado con anterioridad
es naturalizar lo psíquico, es decir, que la mente sería para Freud
un epifenómeno de lo biológico y de acuerdo a su razonamiento también
lo social. Es una psicología irracional que considera primero las
emociones, impulsos, instintos y tendencias innatas, dominando las
ideas, el pensamiento, el conocimiento y la actividad racional social
adquirida. Como tal se coloca en agudo contraste y oposición con
la índole científica del materialismo dialéctico y todos los últimos
descubrimientos científicos.
Sucedió así que una tendencia, actuando
en gran medida fuera de las corrientes clásicas del pensamiento
filosófico se desarrolló durante algún tiempo. Esta tendencia incluye
una amplia variedad de sistemas filosóficos pero tiene una característica
negativa y otra positiva comunes. La característica negativa es
una oposición al racionalismo de las líneas filosóficas tradicionales,
idealistas o materialistas. Las filosofías tradicionales racionalistas
habían sostenido que los aspectos esenciales de la mente humana
eran la razón, la lógica, el pensamiento, las ideas, el conocimiento
y la verdad.
La característica común de la tendencia
moderna antirracionalista es la sustitución de los elementos racionales
por lo inconciente, esfuerzos biológicos, tendencias, apetitos,
impulsos, instintos, etc., por considerarlos aspectos esenciales
de la mente humana. En esta tendencia filosófica se asigna a los
instintos, tendencias, etc. el papel dominante, director y organizador.
Son exponentes muchos filósofos modernos
conocidos: Schopenhauer (1788-1860), Nietzsche (1844-1900), Bergson
(1859-1941), Dewey (1859-1953) entre otros.
De una manera muy general esta tendencia
filosófica prestó apoyo y lo sigue prestando al psicoanálisis, respecto
a la filosofía de la ciencia, Freud dejó de lado, la utilización
del método científico de corroboración empírica, tal vez pensó que
con la utilización de la metodología científica no se comprobaban
sus ideas, lo que era insuficiente era el método, pero sus ideas
estaban por encima de todo. La filosofía y el método científico
sirvieron y sirven para grandes avances pero no fue así para Freud,
y actualmente no lo es para los teóricos y adherentes a la teoría
psicoanalítica. Freud trabajó dentro de la tradición no científica,
sino anticientífica, cuyas características principales son el idealismo,
el subjetivismo, la metafísica y el irracionalismo.
En cuanto a la psicología, Freud no
le dio mayor importancia a diferentes disciplinas, por ejemplo,
la neurofisiología de Pavlov, la psicología experimental de Wundt,
el evolucionismo de Darwin y el materialismo dialéctico de Marx
y Engels. Freud construyó un sistema con teorías tan periféricas
y desacreditadas como la interpretación de los sueños, la traducción
de símbolos, los mitos y las ideas innatas.
FILOGÉNESIS (a)
FREUDIANA
Y FREUDISMO HISTÓRICO
Uno de los problemas fundamentales
en la psicología es el origen y desarrollo de la mente en la especie
humana, este problema está estrechamente ligado a la antropología
y a la historia de la humanidad. Se relaciona con la transición
de la naturaleza animal a la naturaleza humana. Freud procedió basándose
en "la analogía entre los procesos de evolución cultural y
el camino del desarrollo individual."(6)
Para esta tarea Freud escoge aquellas
suposiciones y teorías etnológicas, antropológicas e históricas
que convienen a sus propósitos y se atiene firmemente a los mitos.
Basa gran parte de su pensamiento en los trabajos de un etnólogo
antropólogo completamente desacreditado: Robertson Smith.
Freud no desconocía la posición dudosa
de Smith. Refiriéndose a su propio libro, Tótem y Tabú, Freud escribe:
"Repetidas veces se me ha reprochado violentamente que yo no
he modificado mis opiniones en las ediciones posteriores de mi libro,
en vista de que los nuevos etnólogos han rechazado unánimemente
las teorías de Robertson Smith, sustituyéndolas por otras que en
parte son absolutamente diferentes. También encontramos en otro
de sus escritos: "Ante todo yo no soy un etnólogo, sino un
psicoanalista. Tengo el derecho de tomar de la bibliografía etnológica
lo que puedo necesitar para los trabajos del psicoanálisis. Los
trabajos de Smith tienen en mi opinión, puntos de contacto, de gran
interés con el material psicológico y debido a ello me parecen de
especial valor."(7) Así como Freud valoró las teorías, no en
función de su veracidad o falsedad, sino en función de su utilidad
para el psicoanálisis, en este sentido podríamos decir que Freud
fue un adelantado del pragmatismo que reina en estos tiempos.
En muchos casos su "método"
consiste en fijar una hipótesis basándose en un solo hecho histórico
y luego proseguir independientemente de los hechos y teorías de
la historia. "Pero nos aventuramos -dice- a caminar independientemente
de los autores, siguiendo una 'huella o rastro propio'".(8)
Como vemos Freud propone resolver el
problema de cómo se pasó de la mente primitiva a la civilizada,
mediante la analogía, la selección oportuna, la independencia respecto
a los asuntos consagrados y las suposiciones arbitrarias.
Freud ofrece primero "una hipótesis
que puede parecer fantástica, pero que presenta la ventaja de reducir
a una unidad insospechada series de fenómenos hasta ahora inconexos".
(9) Lo fantástico se verifica juntando el tótem, la comida totémica
y especulaciones sobre el estado primitivo de la sociedad humana
y proporcionándole una "traducción psicoanalítica". Con
esta combinación Freud crea un mito que se repite literalmente cientos
de veces en todos sus escritos desde 1912.
Este hombre prehistórico todavía mitad
animal vivía en una horda primitiva bajo la dominación absoluta
y tiránica de un padre violento y celoso que guardaba todas las
mujeres para sí y que echó a sus hijos cuando fueron mayores. Esta
era una forma de sociedad anterior a los gens y a la tribu, sin
tabúes o tótems, en el que el único principio organizador era el
terrible poder del padre. En ese entonces la mente humana era rudimentaria,
más animal que humana. Lo conciente no se había separado de lo inconciente.
No existía todavía la conciencia porque no había normas ni valores
y, por lo tanto, ninguna posibilidad de construir un ideal. Los
instintos reinaban, sin que los contradijera ninguna acción represiva
interna.
Todos los conflictos eran exteriores,
entre los miembros de la horda. De algún modo estos conflictos externos,
según Freud, alcanzaron por último un punto crucial y "los
hermanos se reunieron un día, mataron al padre y devoraron su cadáver,
poniendo así fin a la existencia de la horda paterna... Tratándose
de salvajes caníbales, era natural que devorasen el cadáver".
De este hecho prehistórico "nació la conciencia de la culpabilidad"(10).
La conciencia de culpabilidad hizo de la represión la gran fuerza
dinámica del proceso psíquico.
El asesinato del padre patriarcal condujo,
según Freud, al establecimiento de la sociedad sobre la base de
un contrato social peculiar; los hijos, todos hermanastros, comprendieron
que el destino del padre sería inevitablemente el de ellos a menos
que establecieran un pacto mutuo prohibiendo el asesinato y el casamiento
dentro del clan. Así, sostiene Freud, se fundó la organización social
sobre dos restricciones morales consecuencia del acto de parricidio.
La moral y la sociedad fueron contempladas como el resultado de
un parricidio y del incesto. Aquí vemos que Freud propone la organización
social como consecuencia del parricidio y del incesto, dos actos
que son perfectos para cualquier novela sensacionalista, pero que
poco tienen que ver con la ciencia. Es bueno resaltar aquí la contradicción
en la que se encuentra la teoría de Freud: antes del parricidio
y del incesto ¿no había una organización social rudimentaria?. Esto
es, Freud no se pregunta en ningún momento cómo es que los miembros
de la horda conseguían sus medios para vivir, es decir, la alimentación,
etc.
La pregunta es ¿no sería necesario
algún tipo de organización social para poder subsistir? Una vez
más se ve como Freud acomoda los hechos a su antojo, ocultando aquellos
datos que contradicen su teoría.
Detrás de esta teoría está la reaccionaria
concepción de Freud del desarrollo individual del sexo masculino.
Los niños, se enamoran de sus madres y odian pero al mismo tiempo
veneran a sus padres. El padre es el rival del hijo respecto al
amor por la madre. Este es el famoso "Complejo de Edipo"
freudiano. El resultado es que el hijo desea la muerte de su padre
pero reprime este deseo que lo aloja en el inconciente conservando
su "carga de energía psíquica" completa. El futuro del
niño depende en gran medida del éxito que tenga para desviar la
energía de los deseos incestuosos y de muerte del inconciente hacia
fines socialmente aceptables. En cualquier caso los deseos llegan
a la conciencia como una culpa más o menos camuflada (sueños, síntomas,
etc.).
Freud considera la religión como el
sentido colectivo de culpa proveniente del acto de parricidio.
El padre primordial asesinado es más
tarde restablecido como Dios y el "pecado original" es
el recuerdo del asesinato del Dios Padre. El festín totémico y la
comunión cristiana son las representaciones rituales del asesinato
del padre primordial y la acción de devorarlo. Freud llama a esto
"el mito científico del padre de la horda primitiva."
"La sociedad - escribe Freud -
reposa entonces sobre la responsabilidad común del crimen colectivo,
la religión sobre el sentimiento de culpabilidad y del remordimiento
en relación a él mientras que la moralidad esta basada, en parte,
en las exigencias de la sociedad y en parte sobre la expiación exigida
por el sentimiento de culpabilidad"(11).
En su aplicación del psicoanálisis
a la "raza humana" Freud supone la existencia de "un
alma colectiva en la que se desarrollan los mismos procedimientos
que en el alma individual"(12). De esta manera el sentimiento
de culpa es una carga que el hombre tiene desde muchos miles de
años y existe en cada individuo de cada generación como un recuerdo
reprimido hereditario, alojado en el inconciente.
Lo que vemos aquí es que para Freud,
este mito creado por él, el Complejo de Edipo, es el origen de la
sociedad, la moral y la religión. Sus orígenes y desarrollo nada
tienen que ver con el proceso de trabajo, ni con las relaciones
que establecieron los hombres entre sí, basadas en la forma en que
obtenían su alimento, ropas, vivienda, etc. "...en el complejo
de Edipo -insiste Freud - coinciden los comienzos de la religión,
la moral, la sociedad."
También se observa cómo Freud confunde
las leyes psicológicas con las leyes sociológicas, que si bien están
relacionadas, no significa que sean lo mismo.
ONTOGÉNESIS
(b) FREUDIANA (DE LA MENTE
INFANTIL A LA ADULTA)
Freud resolvió el problema del desarrollo
ontogenético de la mente humana como un derivado del análisis de
sus pacientes, esto significa proceder por analogía de la enfermedad
con la salud, no perturbó en lo más mínimo a Freud, porque, sostenía
que no existe una verdadera línea de demarcación entre la salud
y la enfermedad mental (para él, todos somos neuróticos). La diferencia,
si es que hay alguna, es cuantitativa y no cualitativa.
A través de la interpretación, por
medio de la traducción de símbolos y síntomas neuróticos, llegó
a ciertas conclusiones de la fase del desarrollo de la mente individual.
Estas fases, sostenía, de un modo general son paralelas a las fases
de la evolución mental desde la horda primitiva a la mente civilizada.
La mente del niño recién nacido es
similar a la del hombre prehistórico anterior al acto primitivo
del parricidio. Sin embargo, existe una gran diferencia, mientras
que la mente del hombre prehistórico, para alcanzar el nivel de
una mente civilizada tiene que pasar por miles de años de experiencia
que sólo gradualmente se hace hereditaria en forma de una herencia
arcaica, la mente del niño al nacer, según Freud, está dotada de
una constitución innata que es el inconciente. Abarca los instintos,
sus represiones y el retorno de lo reprimido, la herencia mental
arcaica innata, los tabúes y las formas pervertidas innatas de descarga
de instintos a las que hubo que recurrir debido a la coacción de
la represión. Esto incluye: 1º las fases de la sexualidad infantil,
que según Freud, son aberraciones hereditarias que todos los niños
deben pasar; 2º las formaciones de Edipo que son diferentes en los
niños que en las niñas; 3º los fenómenos del complejo de castración
y de envidia del pene; 4ª las inclinaciones al sadismo y al masoquismo.
Estas son las fases por las cuales debe pasar todo niño. Sólo permanecen
latentes hasta que el crecimiento y las condiciones de vida las
ponen en acción.
Freud pone el acento en los primeros
años de la infancia, porque es durante esa época, sostiene él, que
el individuo reproduce el curso entero del desarrollo filogenético.
Primera fase, Oral: Esta fase también
es conocida como canibalística, es una manifestación sexual pregenital
que se centra en torno a la zona erótica bucal y que se manifiesta
chupando y comiendo (cuyo objeto sexual es la asimilación del objeto
sexual).Se caracteriza por el impulso arcaico instintivo de comer.
Segunda fase, Sádico-anal: Se caracteriza
por el impulso del "instinto de aprehensión", particularmente
con relación a los instintos. Esta fase es una forma infantil hereditaria
de instintos de crueldad agresiva y violencia del hombre prehistórico,
reprimido durante mucho tiempo.
Freud hace una conexión entre los "instintos
prehistóricos" y las zonas erógenas particulares y señala que
las perversiones sexuales son, según él, satisfacciones sustitutivas
de los instintos agresivos prohibidos. En el niño, los instintos
originales (canibalismo, agresión, sadismo) y sus formaciones sustitutivas
(las perversiones sexuales) son considerados como parte de la herencia
arcaica de la herencia de la mente del hombre moderno. Si el niño
no logra reprimir o sublimar completamente estas fases, puede tener
una fijación en una o en otra de ellas o, años más tarde, puede
tener una regresión hacia ellas.
Vemos aquí la importancia para el sistema
freudiano de la idea de la herencia mental arcaica, que es un pilar
fundamental para la teoría psicoanalítica, pero que jamás nadie
pudo comprobar en la práctica, es decir empíricamente. Entonces,
por lo visto, quienes siguen sosteniendo esta teoría se basan sólo
en el principio de autoridad, esto es, porque lo dijo Freud. Esta
idea sola constituye un razonamiento de las supuestas combinaciones
en la infancia, de instintos primitivos y el retorno de lo reprimido
en forma de aberraciones y de perversiones sexuales innatas. Esto
es decisivo para Freud, ya que hace depender en gran medida el carácter
futuro, el estado normal y la salud mental del individuo de la forma
en que fueron reprimidas o sublimadas las fases pregenitales infantiles.
La época crucial entonces, son los
cuatro primeros años, según Freud, la vida sexual de los niños permanece
en estado latente durante un período que llega hasta la pubertad.
Desde la pubertad hasta la adolescencia, en el curso normal de los
acontecimientos para a la fase genital.
Para Freud y sus seguidores, la vida
de un sujeto, su personalidad, queda ya definida en sus aspectos
esenciales en los primeros cinco años de vida,. Todo el desarrollo
posterior y las relaciones con otras personas poco van a influir
en el desarrollo de la personalidad, estas ideas no sólo contradicen
al materialismo dialéctico, sino a la investigación científica y
al sentido común.
En el punto anterior hemos visto la
teoría de Freud del desarrollo por fases de la mente de los niños
con relación a ciertas zonas erógenas y los instintos y herencias
arcaicas relacionadas con ellas. El Complejo de Edipo, se refiere
al descubrimiento de los objetos sexuales durante las distintas
fases del desarrollo.
El complejo de Edipo es según Freud,
"un fenómeno determinado y dictado al niño por herencia".
Las vicisitudes de la vida individual determinan la forma particular
que toma el complejo, pero las características generales son innatas
y por tanto iguales en todos los casos.
Para Freud, el Complejo de Edipo es
el más importante legado innato de la horda primitiva. Los elementos
que lo componen son, una parte, el instinto de la horda primitiva
que implica relaciones sexuales incestuosas y por la otra, el resultado
es decisivo para el individuo y en último término para la sociedad.
La etapa rudimentaria del Complejo
de Edipo tiene lugar, según Freud, durante la fase de desarrollo
infantil caníbal-oral. Consiste en tomar el seno de la madre como
objeto sexual. El hecho de que sirva para necesidades nutritivas
lo mismo que libidinosas significa, sostiene Freud, que el comportamiento
erótico depende al principio del instinto de alimentación. Pronto,
el niño comienza a chupar por el placer de chupar, y puede reemplazar
el pezón por el pulgar. De esta manera el niño se desprende de la
forma inicial del complejo de Edipo y sustituye el seno de la madre
por un elemento de su propio cuerpo como objeto sexual. Este paso
marca el paso al autoerotismo infantil. El progreso del desarrollo
implica la renuncia al autoerotismo y una vez más el descubrimiento
de un objeto sexual exterior en forma de persona. Hasta este punto,
probablemente alrededor de los dos años de edad, la norma del desarrollo
es idéntica en niños y niñas. Pero desde el momento en que se descubre
un objeto sexual en la forma de una persona, los dos toman caminos
diferentes. "Comienza el niño a tomar a su madre como objeto
de sus instintos libidinosos"(13), y la niña lo hace hacia
el padre.
"Todo ser humano halla ante sí
la labor de dominar el Complejo de Edipo"(14). El futuro hombre
y la futura mujer dependen de cómo el niño cumple esta labor. Pero
la forma en que él o ella lo hacen está dictada en primer lugar
por la herencia, por las características innatas diferentes de ambos
sexos y por las peculiaridades constitucionales innatas del individuo.
Estas ideas de Freud están en la misma línea del pensamiento que,
años más tarde, fue sostenido por los pseudocientíficos nazis, quienes
sostenían la existencia de ideas raciales innatas, con las cuales,
por medio de falsos experimentos, querían justificar la existencia
de razas superiores e inferiores. El pseudo científico Freud en
lugar de hablar de diferencias raciales innatas, habla de diferencias
innatas en ambos sexos. Pero lo que hay que tener en claro en ambos
casos es que las diferencias innatas no se limitan simplemente a
lo anatómico o a cualquier tipo de características físicas, sino
que se habla de diferencias mentales innatas heredadas biológicamente
e inmodificables.
Comenzamos, como lo hace Freud, por
cómo se resuelve el complejo de Edipo en los varones.
Cuando el niño descubre en su madre
un objeto sexual, la operación mental de represión de sus instintos
sexuales ya ha aparecido. El conocimiento de su objeto sexual se
ha apartado de él y su atracción se le presenta como amor. Su madre
es su objeto de amor. En la misma época también, la barrera innata
incestuosa y arcaica, ayudada e instigada por las prohibiciones
de la sociedad moderna comienza a funcionar. Esto actúa, además,
para encubrir la naturaleza sexual de sus sentimientos hacia su
madre. En esta época, según Freud, el niño desarrolla una actitud
ambivalente hacia su padre. Por una parte el hijo se identifica
con el padre, lo admira y quiere ser "igual a él" cuando
sea grande. Su padre es su ideal. Por otra parte, el hijo observa
que su padre es un obstáculo entre él y la madre y empieza a considerarlo
un rival. Estos sentimientos se transforman en el deseo de librarse
del padre y ocupar su lugar. La identificación con el padre tiene
en ese momento el contenido ambivalente de admiración por un lado
y el deseo de muerte por el otro. También esto es la evolución innata,
decenas de miles de años después, de la actitud de los hijos de
la horda primitiva hacia su padre, su deseo de ser como él y su
deseo de matarlo.
El destino innato primitivamente predestinado
del niño lo lleva a una situación muy dramática; el hijo ama a su
madre al mismo tiempo que respeta, idealiza y odia a su padre y
le desea la muerte. Hay aquí, suficiente emotividad turbadora como
para hacer estallar la mente de un adulto y no hablemos de la mente
de un niño de dos a cuatro años. El niño sin embargo, no tiene que
resolver el terrible conflicto intelectualmente y sin ayuda. "El
complejo de Edipo -dice Freud- tiene que desaparecer porque llega
el momento de su disolución, como los dientes de leche se caen cuando
comienzan a formarse los definitivos. Aunque el complejo de Edipo
es vivido también individualmente por la mayoría de los seres humanos,
es, sin embargo, un fenómeno determinado por la herencia y habrá
de desaparecer, conforme a una trayectoria predeterminada, al iniciarse
la fase siguiente del desarrollo"(15). El impulso principal
hacia la terminación del complejo de Edipo proviene de una combinación
de fuentes internas (el instinto de masturbación, componente de
los instintos sexuales; la herencia arcaica innata del sentido de
culpa proveniente del pecado original del parricidio y el miedo
a la castración proveniente del recuerdo arcaico innato del castigo
por el incesto infligido a los hijos por el padre de la horda primitiva).
Al mismo tiempo, bajo el estímulo del
amor sexual a la madre, el niño comienza a interesarse, de una manera
narcisista, en sus propios órganos genitales y a masturbarse. El
sentido innato de culpa unido al incesto y al parricidio se transfiere
al acto de masturbación infantil. El castigo por el incesto, según
la herencia arcaica innata, es la castración. Por lo tanto, el sentimiento
de culpa y el miedo al castigo de la castración se transfiere del
incesto y el parricidio y se concentran en la masturbación.
Freud sostiene que una cadena de acontecimientos
externos ayuda al desarrollo de la estructura innata. La madre o
la niñera amenazan al niño con la castración por lo general diciéndole
que su padre llevará a cabo ese acto. Al principio el niño, aunque
teme el castigo, no cree mucho en él. Tiene entonces lugar un acontecimiento
decisivo en la vida del niño. "Esta observación, que rompe
por fin la incredulidad del niño -dice Freud- es su descubrimiento
de los genitales femeninos. Siempre se le presenta alguna ocasión
de contemplar la región genital de una niña y convencerse de la
falta de aquel órgano, del que tan orgulloso está en un ser tan
semejante a él. De este modo se le hace ya posible representarse
la pérdida de su propio pene y la amenaza de castración comienza
a sufrir efectos".
El niño (de cuatro años) convencido
de la autenticidad de la amenaza de castración, se enfrenta con
una importante decisión: o abandona su masturbación narcisista y
su interés por la madre (amor sexual), ambos en estrecha relación,
o perderá su pene. "En este conflicto vence normalmente el
primer poder y el yo del niño se aparta del complejo de Edipo".
Así, según Freud, "el complejo de Edipo sucumbe a la amenaza
de castración".
El proceso de apartarse del complejo
de Edipo trae consecuencias trascendentales. En el transcurso del
mismo se forma el super - yo (instancia del inconciente freudiano
que se explicará en el próximo capítulo de este trabajo) del niño
y su mente se vuelve "civilizada". O sea, queda completa,
con su Ello, (otra instancia del inconciente freudiano donde se
encuentran los instintos, las pulsiones, etc. También se verá con
más detalle en el próximo capítulo) un yo y un super-yo. El super-yo
se forma del temor a la castración y de los remordimientos por el
deseo del incesto y el deseo de muerte. En este proceso el padre
constituye la médula del super-yo. Este último adopta la severidad
del padre, perpetúa su prohibición contra el incesto. La energía
libidinosa del complejo de Edipo en el niño, liberada por la destrucción
del complejo, se transfiere a objetivos no sexuales en forma de
sublimaciones, particularmente a fines socialmente aceptables, como
ser tareas escolares y juegos y más tarde se transferirá al trabajo,
a la actividad creadora, ciencias, artes, etc.
Según Freud, esta es la solución "normal"
o "ideal" del complejo de Edipo en los varones. Fija el
carácter masculino con su fuerza de voluntad, su disciplina, sus
características racionales y lógicas, su interés por el mundo exterior
y por la civilización y la cultura. Pero esta solución ideal mediante
la cual el complejo de Edipo queda totalmente destruido por el temor
de la castración, se logra rara vez, sino nunca. El resultado más
común es la repulsión del complejo, más que su destrucción. En este
caso más usual la represión de los deseos de incesto y muerte y
de los sentimientos de temor y de culpa conduce a reversiones y
regresiones, a perversiones y a aberraciones, a la delincuencia
y al crimen y en general a las neurosis. La destrucción o represión
del complejo de Edipo, sostiene Freud, reprime su actividad sexual
y establece un período de latencia que dura hasta la pubertad (doce
o trece años).
En esta época, se produce un resurgimiento
del complejo, cuya intensidad, tipo y duración dependen en gran
medida de cómo se ha resuelto la fase de Edipo infantil. La tarea
del joven consiste entonces en romper con sus padres y poder así
hallar una compañera y ocupar su lugar en la comunidad.
Mientras que en los varones el complejo
de castración pone fin al complejo de Edipo, en las mujeres, por
el contrario, el complejo de castración, según Freud, da comienzo
al Complejo de Edipo. Freud habla de "un descubrimiento trascendental
que las niñas (de dos a cuatro años) están destinadas a hacer"
y continúa "descubren el pene de un hermano o compañero de
juego, muy visible y de grandes proporciones y al punto lo aceptan
como la equivalencia superior de su propio órgano pequeño y conspicuo,
y desde ese momento se convierten en víctimas de la envidia del
pene... La niña lo ha visto y descubierto que ella no lo posee y
desea poseerlo." Este hecho da comienzo a lo que Freud llama
"el complejo de masculinidad en las mujeres", que implica
"la esperanza de lograr algún día tener un pene a pesar de
todo y ser igual al hombre". Ahora cabría hacerse una pregunta
¿qué pasa cuando la niña no ve a un niño desnudo o como vamos a
ver a continuación cuando el niño no ve a una niña desnuda?. ¿Acaso
esto es algo universal?. ¿Siempre sucede?. Como esto no es así vemos
que aquí la teoría psicoanalítica es sumamente débil y ya no se
puede sostener el complejo de castración y por ende el complejo
de Edipo.
Los niños cuando ven los cuerpos de
las niñas, según Freud, adoptan dos actitudes: "horror de la
criatura mutilada o desprecio triunfante ante ella". En ambos
casos se desarrolló en ellos un fuerte sentido de superioridad masculina.
En estas dos actitudes juntas "determinan permanentemente las
relaciones del niño hacia la mujer". Así, sostiene Freud, la
ideología sobre la superioridad masculina está predestinada por
la herencia biológica arcaica. "Después la mujer ha descubierto
esa herida a su narcisismo, desarrolla, como una cicatriz, el sentido
de inferioridad. Cuando ha superado su primera tentativa de explicarse
la ausencia del pene por un castigo personal y ha comprendido que
esa característica anatómica es general, comienza a compartir el
desprecio que siente el hombre hacia un sexo que es inferior en
un aspecto que es tan importante".
El niño está destinado a sentirse superior
y la niña inferior y estos sentimientos determinan actitudes permanentes
en los hombres y mujeres cuando grandes.
Esto, sin embargo, es sólo el aspecto
subjetivo del sentido de superioridad masculina e inferioridad femenina.
Freud cree dar validez objetiva a este sentimiento objetivo que
los hombres están predestinados por el innato complejo de Edipo
a ser superiores; mientras que las mujeres están predestinadas a
ser inferiores. Como lo hemos visto, Freud sostiene que en los niños
un fuerte super-yo es el heredero del complejo de Edipo por obra
del complejo de castración. En las niñas y mujeres el sostiene que,
en el curso de la infancia de la niña, en forma de algún modo predestinada,
se produce una transformación de la envidia del pene en una ecuación
pene = niño. Abandona su deseo de poseer un pene y lo reemplaza
por el deseo de un hijo y con este propósito en vista toma a su
padre como objeto de amor. Su madre se convierte en objeto de sus
"celos". Aquí comienza, entonces, el complejo de Edipo
en las niñas. Se originará en el complejo de castración y el resultado
es, según Freud, que " en las niñas falta el motivo de destrucción
del complejo de Edipo". No se destruye sino que subsiste durante
toda la vida y lentamente es abandonado o reprimido.
Por lo tanto en las niñas o mujeres,
no existe, ninguna situación que exija la formación de un super-yo.
Este se desarrolla sólo gradualmente y rara vez, sino nunca, alcanza
un grado similar al del hombre.
Freud anunció al mundo su doctrina
en tiempos en que las mujeres en muchas partes del mundo estaban
luchando por la igualdad de derechos políticos. El movimiento feminista
estaba tomando gran impulso. Después de desarrollar la tesis anterior
sobre la inferioridad del super-yo de las mujeres, Freud dice: "No
puedo eludir el hecho (aunque he vacilado en darle un nombre) de
que para las mujeres la medida de lo que es éticamente normal difiere
de los hombres. Rasgo de carácter que los críticos de todos los
tiempos han sostenido contra las mujeres, - que tienen menos sentido
de justicia que los hombres, que están menos dispuestas a someterse
a las grandes necesidades de la vida, que más a menudo influyen
en sus juicios sentimientos de afecto u hostilidad - todo esto puede
explicarse ampliamente por la modificación en la formación de su
super-yo que ya hemos deducido". Y agrega "No debemos
permitir que se nos aparte de nuestras conclusiones por la negativa
de las feministas que ansían obligarnos a mirar los dos sexos como
enteramente iguales en posición y valor".(16)
Freud considera que el complejo de
Edipo es el fenómeno central en la infancia de ambos sexos, un fenómeno
que en su esencia determina no sólo el carácter y la capacidad del
individuo, sino también los rasgos esenciales de la masculinidad
y la femineidad. Llegó a esta conclusión de la naturaleza humana,
como lo hemos visto, principalmente por medio de especulaciones
antropológicas desacreditadas y por la traducción de símbolos estereotipados
de un presunto lenguaje primitivo innato
CONFRONTACIÓN
Si como toda ciencia, el pensamiento
racional y la filosofía científica sostienen que la mente tiene
como sustrato físico, biológico al cerebro, esto es que no habría
mente sin cerebro, entonces, la psicología, la ciencia del proceso
psíquico, del estudio de la mente, debe estar firmemente fundada
en el conocimiento del funcionamiento cerebral
Careciendo de esta ciencia, el psicólogo
tiene una o dos alternativas generales:
1º Llevar adelante al máximo, por medio
de experimentos objetivos, la investigación descriptiva y clasificadora
del comportamiento animal y humano que conduce a la acumulación
de un gran conjunto de hechos y conclusiones estadísticas.
2º Construir sistemas especulativos
metafísicos sobre la base de la investigación de la mente por medios
diversos.
Será posible establecer un contraste
suficiente cuando uno de estos últimos sistemas especulativos sea
confrontado con una gran correlación estadística de hechos deducidos
de la experimentación. Tal confrontación es en sí misma suficiente
para descartar cualquier tipo de psicología metafísica, incluyendo
la de Freud. Pero no es suficiente para señalar la dirección en
que debe orientarse la psicología si ha de efectuar una transición
desde la etapa inicial, descriptiva y clasificadora de la ciencia,
a la etapa acabada, explicativa, causal.
Esto no significa de ningún modo que
la psicología sea sinónimo de neurofisiología. Esta última es un
prerrequisisto de la primera.
La psicología para convertirse en una
ciencia se apoya en otras ciencias, como ser en una ciencia de la
sociedad y en una epistemología científica.
No existe ya ninguna excusa válida
para la práctica dualista de los psicólogos de fingir apoyo al principio
de la mente como fenómeno indisociable del cerebro y luego ignorar
este principio en todos sus trabajos y exposiciones.
Sin embargo Freud hizo mucho más que
ignorar este principio. Sacando ventaja de la carencia corriente
de la neurofisiología, aunque ya por esos años Freud ignoró por
completo los importantes y muy conocidos avances realizados por
Pavlov, quien ya en 1903 había presentado en Madrid, en el Congreso
de Fisiología sus trabajos sobre los reflejos condicionados, los
estudios que Pavlov denominó de la actividad nerviosa superior.
También presentó sus trabajos en una conferencia dada en Londres
en 1906. Anteriormente en el año 1904, ya había obtenido el premio
Nobel por sus trabajos en Fisiología. Y en el año 1923 publicó la
primera edición de su estudio objetivo sobre la actividad nerviosa
superior, que será ampliada a medida que se agregan los nuevos trabajos
en las ediciones sucesivas, actualizadas hasta 1935.
Si bien eran los primeros pasos que
se daban en el estudio de la actividad nerviosa superior, esto es,
de los hemisferios cerebrales, Freud no se dio por enterado y lo
reemplazó por un principio opuesto, es decir, por el principio de
que la mente podía comprenderse simplemente en función de sí misma.
Amparado por este principio idealista procedió a construir lo que
él llamó "la ciencia de lo psíquico inconciente".(17)
Cualquier tentativa de construir una
psicología que desconozca la fisiología nerviosa superior ya establecida,
aunque aún en desarrollo, está, sin lugar a duda, condenada al fracaso.
La psicología de Freud no es una excepción.
La ausencia de esta ciencia podría
constituir una disculpa para Freud, aunque en el terreno de la ciencia
misma, la ignorancia, aún la ignorancia objetiva, no puede constituir
un fundamento para invalidar el método científico y recurrir a conjeturas.
Más aún, en la actualidad, después
de los grandes avances logrados desde las neurociencias y otras
corrientes psicológicas llama la atención que los seguidores de
Freud no se den por enterados, o bien si tienen información al respecto
tal vez no sea compatible con su doctrina y esto represente el principio
del fin de la misma.
De todos modos nuestra conclusión es
que la doctrina de Freud de lo psíquico inconciente se presenta
como un sustituto mítico de la actividad nerviosa (psíquica) superior;
a cuya ausencia temporal debe su existencia el psicoanálisis.
Por otro lado una psicología racional
considera a la mente no en un vacío social, no determinada por esquemas
instintivos hereditarios internos y arcaicos, sino socialmente determinada
por las condiciones, el tiempo y el lugar.
Se considera que el factor decisivo
para el desarrollo de la mente es el medio ambiente y no la constitución
innata. El acento en el papel del medio ambiente social y la experiencia
y la actividad del individuo dentro del mismo permite a la psicología
exponer a la luz del día la extremada parcialidad del psicoanálisis
de Freud, en el cual el papel del medio ambiente social se limita
principalmente a trabar los esquemas mentales innatos y predeterminados.
Resulta por completo insostenible y enteramente no científico ocuparse
de cualquier fenómeno como si existiera en el vacío. Y aún así Freud
enfocó la mente del individuo independientemente de las condiciones
del medio ambiente y sujeta, en el análisis final, principalmente
a la determinación de rasgos mentales filogenéticamente hereditarios.
Nuestra conclusión respecto al valor
inherente del psicoanálisis se basa en los siguientes rasgos esenciales
de su sistema:
- Su enfoque general es netamente
mental, haciendo caso omiso del hecho demostrado de que la mente
y el cerebro no pueden ser entendidos por separado; procede como
si la mente humana fuera un fenómeno independiente, separado del
cuerpo. Esto es lo que se llama idealismo dualista en la forma
psicológica de paralelismo psicofísico.
- Su material conceptual está tomado
en gran parte de los caminos desviados de la historia intelectual
humana. Explícitamente se reservó el derecho, ejercido con demasiada
frecuencia, de seleccionar aquellas ideas y teorías que se acomodaban
a sus objetivos y necesidades. Esto es lo que se denomina eclecticismo
de conveniencia.
- Su "método" de observación
es el sondeo mental inconciente, principalmente por medio de la
estereotipada traducción de símbolos de la fantasía onírica, lapsus
linguae, síntomas, etc. Por medio de este "método",
reunió el "material de observación" con el que constituyó
su teoría. Esto debería llamarse introspección esotérica.
- Su interés casi exclusivo por la
traducción de los pretendidos símbolos inconcientes, dándoles
un significado sexual lo condujo a la acumulación de "material
sexual observado", con el cual construyó su teoría. Esto
es pansexualismo interpretativo.
- Su teoría de que la mente inconciente
está atestada de rasgos mentales innatas era necesaria para explicar
el material pansexual producido por la traducción de símbolos
sexuales. Esto debería denominarse una restauración platónica
y medieval de las ideas innatas.
- Su teoría del retorno de las ideas
innatas reprimidas conservando su carga completa de energía psíquica
es al mismo tiempo el fin y el comienzo de su sistema psicoanalítico.
El retorno del esquema sexual infantil reprimido se encuentra
en los sueños, fantasías, lapsus linguae, etc. Pero fue la presunta
fantasía simbólica de estos mismos fenómenos la que, una vez traducida,
condujo en primer lugar a la construcción del esquema sexual infantil
innato y con gran carga. La posibilidad de traducción por medio
del simbolismo filogenéticamente sexual innato implica la existencia
del esquema sexual filogenéticamente hereditario. Esto es lo que
se denomina razonamiento circular que es inadmisible como forma
racional de pensamiento.
- Por último, su teoría sobre el origen
y desarrollo de la mente humana se basa en una combinación de
mitología y conjeturas antropológicas desacreditadas y descartadas,
incluyendo relatos sobre la horda primitiva, el padre patriarcal,
el incesto, etc. Este "lenguaje" constituye la base
o la razón del arte de la traducción de símbolos estereotipados
de los sueños, fantasías, síntomas, etc. Los mitos son elementos
esenciales tanto para los postulados como para el sistema metapsicológico
del psicoanálisis. Sin ellos la interpretación de los sueños,
fuente del pensamiento de Freud, perdería todo significado. Su
creación de mitos no es una superestructura erigida sobre sus
postulados sino una parte integral, inseparable y absolutamente
indispensable de la teoría misma. Su teoría sobre el origen y
desarrollo de la mente humana debería llamarse un renacimiento
moderno del arte de las narraciones mitológicas.
PERSPECTIVA DE LA
PSICOLOGÍA MARXISTA
- LO BIOLÓGICO Y LO SOCIAL
EN LA MENTE HUMANA
El desarrollo de las funciones y facultades
psíquicas específicas del hombre constituye un proceso muy particular.
Es fundamentalmente distinto del comportamiento transmitido por
herencia biológica, como del proceso de adquisición de experiencia
individual.
El desarrollo, la formación de funciones
y facultades mentales propias del hombre como ser social se produce
de forma absolutamente específica, en forma de proceso de apropiación,
de adquisición.
En el curso de la historia de la sociedad
humana, los hombres han recorrido un camino considerable en el desarrollo
de sus facultades psíquicas. Unos miles de años de historia social
han conseguido más, en este campo, que los centenares de millones
de años de evolución biológica de los animales de las funciones
y facultades psíquicas se ha ido acumulando poco a poco, transmitiéndose
de generación en generación. Esto quiere decir que estas adquisiciones
se fijan de una manera u otra. Sin lo cual, su desarrollo progresivo
y cada vez más rápido hubiera sido imposible. Pero ¿cómo podían
fijarse esos progresos y transmitirse a las generaciones siguientes?
¿Podían fijarse en forma de transformaciones morfológicas, biológicamente
transmisibles?: No. Aunque la herencia biológica existe en el hombre,
su acción se extiende directamente a los progresos realizados por
la humanidad en la esfera del desarrollo psíquico durante los últimos
cuarenta o cincuenta mil años, es decir, después de la formación
biológica definitiva del hombre contemporáneo y el paso de la sociedad
humana prehistórica al estadio del desarrollo histórico y, por lo
tanto, a un proceso dependiente de leyes sociales objetivas.
A partir de aquel momento, los progresos
realizados en el de las aptitudes psíquicas de los hombres, se fijaron
y transcribieron de generación en generación bajo una forma especial,
a saber, de una forma material exterior.
Esta nueva forma de acumulación y transmisión
de la experiencia (histórica) hizo su aparición en razón de que
la actividad característica de los hombres es una actividad productiva,
creadora. Sobre todo la actividad humana fundamental: el trabajo.
El papel fundamental, verdaderamente
decisivo que este hecho desempeña fue descubierto hace más de cien
años, por el fundador del socialismo científico: Marx. El trabajo,
al realizar el proceso de producción (en sus dos formas: material
e intelectual), cristaliza en su producto. Lo que por parte del
sujeto, se manifiesta en forma de movimiento aparece en el producto
en forma de propiedad en reposo, en forma de ser objetivo o de materialidad
(Marx).
El proceso de esta transformación puede
considerarse bajo distintos aspectos y relaciones diferentes. Puede
considerársele desde el punto de vista de la cantidad de fuerza
de trabajo gastada con relación a la cantidad producida, como lo
hace la economía política. Pero este proceso se puede considerar
desde el punto de vista del contenido de la actividad misma del
sujeto, haciendo abstracción de sus demás aspectos. La dicha transformación
de la actividad humana en su producto aparece entonces como un proceso
de concretización, en los productos de la actividad de los hombres,
de sus particularidades psíquicas y de la historia de la cultura
material e intelectual; como un proceso que (en su forma exterior,
material) traduce las adquisiciones debidas al desarrollo de las
capacidades del genero humano.
De ahí que el proceso de desarrollo
histórico de las herramientas e instrumentos manuales, por ejemplo,
pueda considerarse desde ese punto de vista como el que traduce
y fija los progresos del desarrollo de las funciones motrices de
la mano; y el desarrollo de la fonética de las lenguas en el sentido
de una complejidad creciente, como la expresión de un perfeccionamiento
de la articulación y del oído verbal; mientras que el progreso conseguido
en la realización de obras de arte se convierte en la expresión
de un desarrollo de las aptitudes artísticas.
Incluso en la industria material corriente
encontramos, en forma de objetos concretos, exteriores, las fuerzas
esenciales del hombre objetivadas (Marx).
No obstante, ese mundo de objetos que
encarna las facultades humanas formadas durante el proceso de desarrollo
de la práctica socio-histórica, no es inmediatamente percibido como
tal por el individuo. Para que la naturaleza del mundo que lo rodea,
ese aspecto humano de los objetos, se le presente al individuo,
éste deberá ejercer una actividad efectiva con respecto a ellos,
una actividad adecuada (aunque no idéntica, por supuesto) a la que
ha cristalizado en ellos. Esto se aplica asimismo a los conceptos
y las ideas, a las creaciones musicales y a las artes plásticas.
Podemos decir que el niño no esta únicamente
"situado" ante el mundo de los objetos humanos. Para vivir,
deberá actuar activa y adecuadamente.
Pero ésta no es más que una de las
condiciones para ese proceso específico que llamamos proceso de
asimilación, de apropiación y de adquisición.
La segunda condición requiere que las
relaciones del individuo con el mundo de los objetos estén mediatizados
por sus relaciones con los demás, que estén insertos en el proceso
de la comunicación. Esta condición siempre se realiza; la idea del
individuo, del niño, sólo ante el mundo objetivo es una abstracción
totalmente artificial.
El individuo, el niño, no es arrojado
pura y simplemente al mundo de los hombres; es introducido en él
por otros hombres que lo rodean y guían.
La comunicación, en su forma primera
de actividad común o de relación verbal constituye, pues, la segunda
condición obligatoria del proceso de asimilación de los progresos
aportados por el desarrollo socio-histórico de la humanidad. Por
consiguiente, aquello que en los animales es resultado de la herencia
biológica, en el hombre resulta de la hominización del psiquismo
tanto del hombre primitivo (filogénesis) como del niño (ontogénesis).
Como vemos, las propiedades biológicamente
heredadas del hombre no determinan sus aptitudes psíquicas. Las
facultades del hombre no están contenidas virtualmente en su cerebro,
lo que el cerebro encierra virtualmente no son tales o cuales aptitudes
específicamente humanas, sino la capacidad para formar las aptitudes.
Dicho con otras palabras, las propiedades biológicamente heredadas
del hombre constituyen sólo una de las condiciones para la formación
de sus funciones y facultades psíquicas, condición que desempeña
un papel importante. Por consiguiente, aunque estos sistemas no
se hallen determinadas por propiedades biológicas, dependen sin
embargo de estas últimas.
La otra condición es el mundo de los
objetos y de fenómenos que rodean al hombre, creado por el trabajo
y la lucha de innumerables generaciones humanas. Ese mundo es lo
que le aporta al hombre lo que posee de verdaderamente humano.
El proceso de apropiación del mundo
de los objetos y fenómenos creados por el hombre en el curso del
desarrollo histórico de la sociedad es el proceso durante el cual
tiene lugar la formación en el individuo, de la facultades y funciones
específicamente humanas.
El proceso de apropiación se efectúa
en el curso del desarrollo de relaciones reales del sujeto con el
mundo. Relaciones que no dependen, ni del sujeto, ni de su conciencia,
pero que se hallan determinadas por las condiciones históricas concretas,
sociales, en las que vive, y por la manera en que se forma su vida
en estas condiciones.
Debido a ello, la cuestión de las perspectivas
de desarrollo psíquico del hombre y de la humanidad plantea, ante
todo, el problema de una organización equitativa y sensata de la
vida de la sociedad humana, de una organización que le dé a cada
uno la posibilidad práctica de apropiarse de las realizaciones del
progreso histórico y de participar, como creador, al aumento de
esas realizaciones.
El problema de lo biológico y lo social,
es un tema fundamental, no sólo por interés académico, sino como
vemos hoy en día aún, algunos defienden las tesis fatalistas de
una determinación del psiquismo del hombre por herencia biológica.
Esta tesis viene a alimentar, en psicología ideas de discriminación
social y nacional, de derecho al genocidio y a las guerras de exterminación,
amenaza a la paz y la seguridad de la humanidad.
En el siglo pasado, poco después de
la publicación del libro de Darwin sobre el Origen de las especies,
Engels, que sostenía la idea del origen animal del hombre, demostraba
al mismo tiempo que el hombre es profundamente distinto de sus ancestros
animales, cuya hominización fue resultado del paso a la vida en
sociedad, organizada sobre la base del trabajo; que este paso modificó
su naturaleza y señaló el principio de un desarrollo que, a diferencia
del de los animales, no se halla sometido a leyes biológicas, sino
a leyes socio-históricas.
A la luz de los fundamentos actuales
de la paleoantropología, el proceso del paso de animal a hombre
puede trazarse rápidamente, de la manera siguiente:
Se trata de un largo proceso, que comprende
toda una serie de etapas. La primera es la de la preparación biológica
del hombre. Comienza a finales de la era terciaria y prosigue hasta
principios de la cuaternaria. Sus representantes, llamados australopitecos,
eran unos animales que llevaban una vida gregaria conocían la postura
vertical y utilizaban herramientas rudimentarias, no trabajadas.
Es probable que poseyeran unos medios muy primitivos de comunicación
entre ellos. En ese estadio, las leyes de la biología imperaban
todavía totalmente.
El segundo estadio, que comporta una
serie de grandes etapas. Se extiende desde la aparición del homo
hábilis hasta la época del hombre del homo heidelbergensis inclusive.
Este estadio está marcado por la fabricación de las primeras herramientas
y por las primeras formas, aún embrionarias, de trabajo y sociedad.
Durante este estadio, aún imperan las leyes biológicas, es decir,
la información continuaba traduciéndose por cambios anatómicos,
transmitidos de generación en generación por herencia. Iban apareciendo
unos elementos nuevos en su desarrollo, se empezaban a producir
modificaciones en la constitución anatómica, en el cerebro, en los
órganos de los sentidos, en la mano y asimismo en los órganos del
lenguaje, permitiendo el desarrollo del trabajo y la comunicación
mediante el lenguaje que dicho trabajo requería. Pero a su vez estas
formas embrionarias de desarrollo social permiten hacer inscripciones
en el cerebro, conexiones entre diferentes grupos neuronales denominadas
sistemas cerebrales funcionales, es decir, conexiones funcionales
que se logran en base al aprendizaje. De esta manera se va generando
un patrimonio social de técnicas de trabajo que son transmitidas
de una generación a otra. Al parecer, fue este desarrollo cultural
el factor que permitió al homo sapiens imponerse sobre su temprano
competidor el neanderthal. Pero la producción es, desde un principio,
un proceso social que se desarrolla según sus propias leyes objetivas,
por leyes socio-históricas. De esta manera, el hombre, convertido
en sujeto del proceso social de trabajo, se desarrolló bajo la acción
de dos clases de leyes: las condiciones y necesidades de la producción
y las leyes socio-históricas, que regían el desarrollo de la misma
producción y de los fenómenos que ésta engendra.
Señalamos que hay un gran número de
autores modernos que consideran toda la historia del hombre como
un proceso que conserva esta doble determinación. Piensan, como
Spencer, que el desarrollo de la sociedad, como ellos prefieren
decir, el desarrollo del medio "supra-orgánico" (es decir,
social) no se hace más que colocar al hombre en unas condiciones
de existencia particularmente complejas, a las que se adopta biológicamente.
Esta hipótesis carece de fundamento. En realidad, la formación del
hombre pasa todavía por un tercer estadio, en dónde el papel respectivo
de lo biológico y lo social en la naturaleza del hombre sufre un
nuevo cambio. En el estadio en que aparece el tipo de hombre actual,
el Homo sapiens. Constituye la etapa esencial, la alternativa. Es
el momento, en efecto, en que la evolución del hombre se libera
totalmente de su primera dependencia de los cambios biológicos inevitablemente
lentos, que se transmiten por herencia. Sólo las leyes socio-históricas
regirán en lo sucesivo la evolución del hombre.
Esto significa que el hombre definitivamente
formado posee todas las propiedades biológicas necesarias para un
desarrollo socio-histórico ilimitado. Hablando con otras palabras,
diremos que el paso del hombre a una vida en que su cultura es cada
vez más elevada, no exige ya cambios biológicos hereditarios.
Las condiciones históricas y el ritmo
de vida de los hombres han sufrido unos cambios sin precedentes,
a ritmos cada vez más rápidos. Sin embargo, las particularidades
biológicas de la especie no han cambiado o, para hablar con más
exactitud, sus modificaciones no han traspasado los límites de reducidas
variaciones, sin un alcance esencial para las condiciones de vida
social.
No queremos decir con esto que el paso
de animal a hombre haya puesto fin a las leyes de variación y de
herencia, o que la naturaleza del hombre, una vez constituida, no
sufra ya nunca ningún cambio. El hombre no puede sustraerse al campo
de acción de las leyes biológicas. Lo que sí es verdad es que las
modificaciones biológicas hereditarias no determinan el desarrollo
socio-histórico del hombre y de la humanidad, este es, en lo sucesivo,
movido por otras fuerzas distintas de las leyes de variación y herencia
biológica.
Pero entonces ¿cómo se produce la evolución
de los hombres? ¿Cuál es su mecanismo? Ya que, desde los comienzos
de la historia humana, los hombres mismos y sus condiciones de vida
no han cesado de modificarse, y los caracteres adquiridos por la
evolución de transmitirse de generación en generación, condición
necesaria para la continuidad del progreso histórico.
Era preciso que estos caracteres adquiridos
se estabilizaran. Pero ¿cómo? Acabamos de ver que no podían fijarse
por efecto de la herencia biológica... Ocurrió de una forma muy
particular, que sólo se da en la sociedad humana: en forma de fenómenos
externos de la cultura material e intelectual.
Esta forma especial de fijación y transmisión
a las siguientes generaciones, de los caracteres adquiridos por
la evolución, debe su aparición al hecho siguiente: a diferencia
de los animales, los hombres poseen una actividad creadora, productiva.
Es ante todo, el caso de la actividad humana fundamental: el trabajo.
Por su actividad, los hombres no sólo
se adaptan a la naturaleza, sino que la modifican en función del
desarrollo de sus necesidades. Crean los objetos capaces de satisfacer
sus necesidades y también los medios de producción de dichos objetos,
las herramientas, así como las máquinas más complejas. Construyen
viviendas, producen sus ropas y otros bienes materiales.
Los progresos realizados en la producción
de bienes materiales se acompañan de un desarrollo de la cultura
intelectual de los hombres; su conocimiento del mundo del entorno
y de sí mismos se enriquece, las artes y las ciencias se desarrollan.
Cada una de las generaciones comienza,
pues, su vida en un mundo de objetos y fenómenos creados por las
generaciones anteriores. Se apropia de las riquezas de este mundo
participando en el trabajo, en la producción y en las diversas formas
de actividad social, desarrollando así las aptitudes específicamente
humanas que están cristalizadas, encarnadas en dicho mundo. En efecto,
incluso la aptitud para utilizar un lenguaje articulado se va formando,
en cada generación, mediante el aprendizaje de una lengua que se
ha ido desarrollando por un proceso histórico, y en función de las
características objetivas de dicha lengua. Lo mismo ocurre con el
desarrollo del pensamiento lo la adquisición del saber. La experiencia
individual de un hombre, por muy rica que sea, no puede producir
en el sistemas conceptuales correspondientes. Haría falta, no una
vida, sino mil. De hecho, el pensamiento y el saber de una generación
se forman a partir de la apropiación de los resultados de la actividad
cognitiva de generaciones anteriores.
El individuo se halla situado ante
un océano de riquezas acumuladas a lo largo de los siglos por innumerables
generaciones de hombres, únicos seres de nuestro planeta que son
capaces de crear. Las generaciones mueren y se suceden unas a otras,
pero lo que ellas han creado pasa a las generaciones siguientes,
que multiplican y perfeccionan con su trabajo y su lucha las riquezas
que les han sido transmitidas, tomando el relevo del desarrollo
de la humanidad.
Fue Karl Marx, fundador del socialismo
científico, el primero que hizo un análisis teórico de la naturaleza
social del hombre y de su desarrollo socio-histórico: "Cada
una de sus - refiriéndose al hombre - relaciones humanas con el
mundo, la vista el oído, el olfato, el gusto, el tacto, el pensamiento,
la contemplación, el sentimiento, la voluntad, la actividad, el
amor, en resumen, todos los órganos de su individualidad que, en
su forma, son inmediatamente órganos sociales, en su comportamiento
objetivo o en su relación con el objeto, se apropian de este, se
apropian de la realidad humana".(d) Han pasado más de ciento
cincuenta años desde que Marx escribió estas líneas, pero las ideas
que encierran permanecen hasta nuestros días como la expresión más
profunda de la verdadera naturaleza de las aptitudes humanas, a
saber: el conjunto de las relaciones sociales, (Sexta tesis sobre
Feuerbach)
Ya hemos visto que la experiencia socio-histórica
de la humanidad se acumula en forma de fenómeno del mundo exterior
objetivo. Este mundo, el de la industria, de las ciencias y del
arte, es la expresión de la verdadera historia de la naturaleza
humana; es el balance de su transformación histórica. ¿Pero en qué
consiste el proceso mismo de apropiación de ese mundo, que es al
mismo tiempo el proceso de formación de las facultades específicas
del hombre?
Hay que subrayar que este proceso es
siempre activo, desde el punto de vista del hombre. Para apropiarse
de los objetos o fenómenos que son el producto del desarrollo histórico,
es necesario desplegar, con relación a ellos, una actividad encarnada,
acumulada en el objeto.
Expliquemos esta idea con ayuda de
un ejemplo muy sencillo: la adquisición de la herramienta.
La herramienta es el producto de la
cultura material que lleva en sí, de la manera más evidente y material,
los rasgos característicos de la creación humana. No es sólo un
objeto de forma determinada, que posea unas determinadas propiedades.
La herramienta es, al mismo tiempo, un objeto social al que se han
incorporado y fijado unas operaciones de trabajo elaboradas históricamente.
La apropiación de las herramientas
implica, por tanto, un reajuste de los movimientos naturales, instintivos,
del hombre y la formación de facultades motrices superiores.
La adquisición de la herramienta consiste,
pues, para el hombre, en apropiarse de las operaciones motrices
que se hallan incorporadas a ella. Es al mismo tiempo un proceso
de formación activa de nuevas aptitudes, de funciones superiores
psicomotrices, que "hominizan" su esfera motriz.
Esto explica asimismo a los fenómenos
de la cultura intelectual. De ahí que la adquisición del lenguaje
no sea otra cosa que el proceso de apropiación de las operaciones
de palabras que han sido fijadas históricamente en sus significaciones;
es también la adquisición de la fonética de la lengua, que se efectúa
durante la apropiación de las operaciones que realizan la constancia
de su sistema fonológico objetivo.
Los conocimientos adquiridos durante
el desarrollo histórico de las aptitudes humanas no le son simplemente
entregados al hombre en los fenómenos objetivos de la cultura material
y espiritual que los encarnan, sino que tan sólo le son planteados.
Para apropiarse de estos resultados, para hacer de ellos sus aptitudes,
"los órganos de su individualidad", el niño, el ser humano,
deberá entrar en comunicación con los fenómenos del mundo que lo
rodea, a través de otros hombres, o sea mediante un proceso de comunicación
con ellos. De esta manera, el niño aprende la actividad adecuada.
Por su función, este proceso es, pues, un proceso de educación.
Se da por descontado que puede adoptar
y, efectivamente adopta, formas muy diversas. En sus orígenes, en
las primeras etapas de desarrollo de la sociedad humana, lo mismo
que en los niños pequeños, se trata de una simple imitación de los
actos de las personas que los rodean, que se opera bajo control
y con su intervención; más tarde, el proceso se complica y especializa,
adoptando formas como la enseñanza y educación escolares; diferentes
formas de formación superior y, finalmente, la formación autodidacta.
Pero el punto principal, sobre el que hay que insistir mucho, es
que dicho proceso siempre tiene que realizarse, sin lo cual, la
transmisión de los resultados del desarrollo socio-histórico de
la humanidad a las generaciones siguientes sería imposible, e imposible,
por consiguiente, la continuidad del progreso histórico.
El movimiento de la historia no es,
por lo tanto, posible sin transmisión a las nuevas generaciones
de los conocimientos adquiridos por la cultura humana, es decir,
sin educación.
Hasta ahora, hemos considerado el desarrollo
del hombre individual, que viene al mundo sin defensa y desarmado
y que no posee, al nacer, más que una sola aptitud, que lo distingue
fundamentalmente de sus antepasados animales: su aptitud para formar
aptitudes específicamente humanas. Si bien se halla provisto de
un cierto número de predisposiciones innatas, que lo individualizan
y dejan una huella en su desarrollo, esto no se traduce, sin embargo,
directamente en el contenido o en la calidad de sus posibilidades
de desarrollo intelectual.
Si algún ser inteligente, llegado de
otro planeta, visitara la tierra y describiese las aptitudes físicas,
mentales y estéticas, las cualidades morales y los rasgos de comportamiento
de los hombres pertenecientes a clases y a capas sociales diferentes,
o que habitaran países o regiones diferentes, sería difícil creer
que pertenecen a una sola y misma especie.
Pero esta desigualdad entre los hombres
no proviene de sus diferencias biológicas naturales. Es el producto
de la desigualdad económica, de la desigualdad de clases y de la
diversidad consecutiva de sus relaciones con los conocimientos adquiridos
que encarnan todas las aptitudes y facultades de la naturaleza humana,
formada durante un proceso socio-histórico.
El hecho de que estas adquisiciones
se fijen en los productos objetivos de la actividad humana modifica
totalmente, como hemos visto, el tipo mismo del desarrollo. Este
se libera de su sujeción a las leyes de la evolución, se acelera
y aparecen nuevas perspectivas, impensables en las condiciones de
un desarrollo movido por las leyes de variación y de herencia. Pero
este mismo hecho tiene como consecuencia el que los caracteres adquiridos
por el desarrollo histórico puedan separarse de los mismos que crean
ese desarrollo.
Esta separación adopta, ante todo,
una forma práctica, la alienación económica de los medios y productos
de trabajo frente a unos productores directos. Aparece con la división
social del trabajo, con las formas de la propiedad privada y de
la lucha de clases. Es engendrada, por lo tanto, por la acción de
unas leyes objetivas de desarrollo de la sociedad, que no dependen
de la conciencia o de la voluntad de los hombres.
La división social del trabajo transforma
el producto del trabajo en un objeto destinado al intercambio, lo
que modifica radicalmente la relación entre el productor y el producto
que fabrica. Si bien éste último sigue siendo, evidentemente el
resultado de la actividad del hombre, no es menos verdad que el
carácter concreto de dicha actividad se borra dentro de él; adopta
un carácter totalmente impersonal y comienza su vida propia, independiente
del hombre, su vida de mercancía.
La división del trabajo tiene asimismo
como consecuencia que la actividad material e intelectual, el placer
y el trabajo, la producción y el consumo estén separados y correspondan
a hombres diferentes. La consecuencia es que, aún cuando globalmente
la actividad del hombre se enriquezca y diversifique, la de cada
individuo por separado encoge y se empobrece. Esta limitación, este
empobrecimiento, puede llegar a ser muy grandes cuando, como en
el caso de algunos obreros, tienen que gastar todas sus energías
en realizar una operación que repiten millares de veces.
La concentración de riquezas materiales
en manos de una clase dominante va acompañada de una concentración
de la cultura intelectual. Aunque parezca que las creaciones de
dicha cultura existen para todos, sólo una ínfima minoría tiene
tiempo y posibilidad material de recibir la formación deseada, de
enriquecer sistemáticamente sus conocimientos y dedicarse al arte.
Mientras tanto, los hombres que constituyen la masa de la población,
en particular de la población rural, deberán contentarse con el
mínimo de desarrollo cultural necesario para la producción de riquezas
materiales dentro de las funciones que les son asignadas.
Como la minoría dominante posee, no
sólo los medios de producción material, sino también la mayor parte
de los medios de producción y difusión de la cultura intelectual
y se esfuerza por ponerlos al servicio de sus intereses, se produce
una estratificación misma de la cultura.
El proceso de alienación económica,
producto del desarrollo de la división social del trabajo y de las
relaciones de propiedad privada, no sólo tiene como consecuencia
separar a las masas de la cultura intelectual, sino también dividir
a ésta en elementos de dos categorías, los unos democráticos y progresistas,
que sirven al desarrollo de la
humanidad y los otros, que obstaculizan
este progreso cuando penetran en las masas y que forman el contenido
de la cultura declinante de las clases reaccionarias de la sociedad.
Esta alienación ha provocado una ruptura
entre, por una parte, las gigantescas posibilidades desarrolladas
por el hombre y, por otra, la pobreza y estrechez de desarrollo
que, aunque en grados diferentes, es la suerte que les corresponde
a los hombres concretos, Esta ruptura no es, sin embargo, eterna,
como tampoco lo son las relaciones socio-económicas que la hicieron
nacer. El problema de su completa desaparición se halla en el centro
del debate sobre las perspectivas de desarrollo del hombre.
GRÁFICO DE LA EVOLUCIÓN HUMANA
- LA CATEGORÍA DE ACTIVIDAD
Hemos llegado a un punto central de
la concepción marxista del hombre: el psiquismo es producto de la
actividad sociohistórica del linaje humano, trasmitida de una generación
a otra a través de los elementos de la cultura material y espiritual.
La psicología marxista ha logrado ahondar en un concepto fundamental
del materialismo dialéctico: la categoría de actividad, que no es
otra cosa que la praxis.(e)
En el análisis de la actividad, vemos
que esta está compuesta por acciones. El objeto de la acción no
empuja por sí mismo a actuar; es necesario, para que la acción aparezca
y se cumpla, que su objeto se presente al sujeto en su relación
con el motivo de la actividad en la que entra dicha acción. Esta
relación es reflejada por el sujeto en una forma perfectamente determinada:
en forma de conciencia del objeto de la acción como objetivo. De
este modo, el objeto de la acción es, en realidad, el objetivo inmediato
conciente.
ESQUEMA DE LA ACTIVIDAD HUMANA
Hay una relación especial entre la
actividad y la acción. El motivo de la actividad, al desplazarse,
puede convertirse en el objeto (el objetivo) del acto. De ello resulta
que la acción se transforma en actividad. Este elemento es de una
gran importancia. En efecto, de esta manera es como nacen nuevas
actividades.
Estudiemos primero las modificaciones
de la característica psicológicas de las acciones.
Para que surja una acción, es preciso
que su objeto (su objetivo inmediato) sea concientizado en su relación
con el motivo con el que se relaciona. Al mismo tiempo, también
cambia el sentido de la acción para el sujeto.
Pongamos un ejemplo: imaginemos que
un niño está haciendo sus deberes y resuelve el problema planteado.
Conoce el objetivo de su acción, que consiste para él en encontrar
la solución precisa y en escribirla. Hacia ello tiende su acción.
Pero ¿cómo está concientizado ese objetivo o, en otros términos,
cuál es el sentido de dicha acción para el niño? Para responder
a esta pregunta, hay que saber en qué actividad se inserta la acción
del niño o, lo que viene a ser lo mismo, en que consiste el motivo
de esta acción. Quizás sea aprender aritmética, quizás que su maestro
no se enfade con él o, simplemente, poder ir a jugar con sus amigos.
En todos los casos, el objetivo es el mismo: resolver el problema
planteado. Pero el sentido de la acción para el niño es distinto
cada vez y sus mismas acciones serán psicológicamente diferentes.
Una acción adquiere tal o cual característica
psicológica en función de la actividad en la que se inserta. Es
una ley fundamental del proceso de desarrollo de las acciones.
Toda acción conciente se forma, pues,
en el interior de una esfera de relaciones ya constituida, en el
interior de tal o cual actividad que determine sus particularidades
psicológicas.
Consideremos el grupo siguiente de
modificaciones observadas en el proceso de desarrollo de la vida
del niño, las que conciernen a las operaciones.
Por operación entendemos el modo de
ejecución de una acción, pero no se identifica con la acción. Una
sola y misma acción se ve determinada por su objetivo, una operación
depende de las condiciones en que ese objetivo se ha dado. Pongamos
un ejemplo muy sencillo: supongamos que mi objetivo sea memorizar
un poema: mi acción será memorizarlo activamente. Pero ¿cómo lo
haré? puedo, por ejemplo, si estoy en mi casa, copiarlo varias veces;
en otras condiciones, me será facil repetirlo interiormente. En
los dos casos, la acción será la memorización, pero sus modos de
ejecución, es decir, las operaciones de memorización, serán diferentes.
Para explicarlo con mayor exactitud,
diremos que una operación es determinada por un problema, es decir,
por un objetivo dado en unas condiciones que exigen un medio de
acción especial.
No consideramos aquí más que un solo
tipo de operaciones: las operaciones concientes.
Las investigaciones experimentales
descubren un hecho característico del desarrollo de las operaciones
concientes: se forman por primera vez como acción y no pueden aparecer
bajo ninguna otra forma. Las operaciones concientes se forman primero
como unos procesos apuntando a un objetivo, que sólo después, en
algunos casos, pueden adquirir la forma de prácticas automatizadas
(inconcientes).
Para terminar, hablaremos de la dinámica
general del desarrollo de la vida psíquica del niño y resumiremos,
por última vez, algunas de nuestras posturas fundamentales.
Tratemos, en primer lugar, de hacer
un cuadro de los cambios que caracterizan globalmente el desarrollo
psíquico del niño dentro de los límites de un estadio.
La primera idea y la más general, que
aquí podemos anticipar, es la de que las modIficaciones observadas
entre el principio y el final del estadio, en los procesos de la
vida psiquica del niño, no son independientes unas de otras, sino
que van interiormente unidas unas a otras. En otras palabras: no
constituyen unos ejes independientes de desarrollo de los diferentes
procesos (percepción, memoria, pensamiento). Aun pudiendo esos ejes
de desarrollo ser identificados, no es posible sin embargo encontrar
inmediatamente, cuando se les analiza, las relaciones que mueven
su desarrollo. El desarrollo de la memoria, por ejemplo, forma naturalmente
una serie coherente de cambios, pero su necesidad no esta determinada
por las relaciones que surgen en el seno mismo del desarrollo de
la memoria, sino por unas relaciones que dependen del lugar que
ocupa la memoria en la actividad del niño, en un determinado estadio
de su desarrollo.
Por ejemplo, en el estadio preescolar,
una de las modificaciones de la memoria reside en la aparición de
la memorización y del recuerdo voluntarios. El desarrollo anterior
de la memoria es una condición necesaria para que este cambio pueda
producirse, pero no está determinado por él, sino por la distinción
que se establece en la conciencia del niño entre dos objetivos específicos:
memorizar y recordar. Así es como los procesos de la memoria cambian
de lugar en la vida del niño. Antes, la memoria no se manifestaba
más que como una función que servía a otro proceso. En lo sucesivo,
la memorización se transforma en un proceso propio, con su objetivo:
una acción interna que ocupa un nuevo lugar en la estructura de
la actividad del niño.
Para concluir, podemos trazar el cuadro
general del desarrollo de los diferentes procesos de la vida en
un niño en el interior de un estadio de la manera siguiente: el
desarrollo de la actividad dominante que caracteriza a un determinado
estadio, el desarrollo correlativo de los demás tipos de actividad
del niño determinan la aparición en su conciencia de nuevos objetivos
y la formación de las nuevas acciones correspondientes. Como el
desarrollo posterior de dichas acciones está limitado por las acciones
que el niño ya posee y por el nivel de desarrollo de sus funciones
psicofísicas, nace una cierta disparidad entre uno y otro, que se
resuelve mediante el "acceso" de las operaciones y funciones
al nivel requerido por el desarrollo de nuevas acciones. Así por
ejemplo, el juego de tipo preescolar, formativo, se limita al principio
casi exclusivamente a unas acciones exteriores, realizadas con ayuda
de operaciones motrices preparadas por los juegos manipulatorios
de la primera infancia. Pero el nuevo tipo de juego, el juego preescolar
y el contenido de las acciones que durante él se desarrollan requiere
unos medios de realización completamente distintos. De hecho, se
forman con gran rapidez ("de repente"); durante este período
es cuando se forman en el niño, también con gran rapidez, las operaciones
mentales internas.
De ahí que, en el interior de un mismo
estadio, el proceso de cambios vaya en los dos sentidos. Por una
parte, cambios primarios de la esfera de relaciones sociales del
niño, la de su actividad, en el desarrollo de las acciones, operaciones
y funciones; éste es su aspecto decisivo, fundamental. Por otra
parte, de readaptación de las funciones y operaciones, que aparecen
secundariamente en el desarrollo de la esfera de actividad del niño.
En el marco de un mismo estadio, los cambios que siguen esta dirección
se ven limitados por los imperativos de la esfera de actividad que
caracteriza al estadio considerado. El franquear este limite significa
el paso al estadio superior de desarrollo psíquico.
Los pasos de un estadio a otro se caracterizan
por unos rasgos opuestos. Las relaciones con el mundo del entorno
en el que el niño entra son por naturaleza relaciones sociales,
ya que es la sociedad la que constituye la condición real y primera
de la vida del niño, la que determina su contenido y su motivación.
Es por lo cual toda actividad traduce no sólo la relación del niño
con la realidad concreta, sino también, objetivamente, las relaciones
sociales existentes.
Al desarrollarse, el niño se transforma,
finalmente, en miembro de la sociedad, portador de las obligaciones
que ésta se impone. Los estadios sucesivos de su desarrollo serán,
de hecho, grados diferentes de esta transformación.
Pero el niño no sólo cambia concretamente
el lugar que ocupaba dentro del sistema de relaciones sociales.
Toma conciencia asimismo de dichas relaciones, las comprende. El
desarrollo de su conciencia se traduce por el cambio de motivación
de su actividad: los antiguos motivos pierden su fuerza motriz,
nacen otros motivos que conducen a una reinterpretación de sus antiguas
acciones. La actividad que anteriormente desempeñaba el papel preponderante
empieza a eliminarse y a pasar a un segundo plano. Una nueva actividad
dominante hace su aparición y con ella empieza el nuevo estadio
de desarrollo. Estos pasos, a la inversa de las transformaciones
que se efectúan dentro de un mismo estadio, van desde el cambio
de acciones, operaciones y funciones hasta el cambio global de actividad.
De este modo, cualquiera que sea el
proceso parcial de la vida psíquica del niño que estudiemos, el
análisis de las fuerzas motrices de su desarrollo nos lleva inevitablemente
a los tipos de actividad fundamentales del niño, a los motivos que
los impulsa y, por consiguiente, al sentido que para el niño tienen
los objetos, los fenómenos del mundo que le rodea. Desde ese punto
de vista, el contenido del desarrollo psíquico del niño reside en
el cambio de lugar de los procesos psíquicos particulares dentro
de la actividad del niño, y de eso dependen los rasgos específicos
que adquieren estos procesos en los diferentes grados de su desarrollo.
En conclusión, hay que subrayar que hemos estudiado aquí el desarrollo
psíquico sólo desde el punto de vista de los procesos del psiquismo,
dejando prácticamente de lado la cuestión, muy importante, de las
relaciones recíprocas internas entre el cambio de actividad del
niño y el desarrollo de la imagen del mundo en su conciencia. El
estudio de esta cuestión exige que se exponga, en primer lugar,
el problema psicológico de la unidad de desarrollo de los contenidos
sensibles, de la conciencia y de esas categorías (no idénticas)
a las que llamamos "significaciones" y "sentido".
Por ello, dicha cuestión no podía tratarse en el presente artículo.
RESUMEN
En esta primera parte del artículo,
la idea central fue explicitar dos puntos fundamentales a la hora
de entender el desarrollo del hombre, estos puntos son la filogénesis,
es decir, el desarrollo del hombre en la historia de la humanidad
y la ontogénesis, esto es el desarrollo del niño hasta el hombre.
Dejar claramente expuesto cómo la teoría
psicoanalítica está contrapuesta punto por punto a la teoría de
la evolución que sustenta el marxismo y esta teoría no esta sustentada
de manera arbitraria, sino sobre la base de datos empíricos que
surgen de diferentes disciplinas científicas.
Como ya vimos que en el caso del psicoanálisis
creó su propia filogénesis y ontogénesis, jamás demostrado por nadie.
Se ve claramente en lo expuesto anteriormente
cómo en el caso del psicoanálisis no nos cuenta la historia real
del hombre inserto en su medio, sino una historia mítica. Por el
contrario la psicología marxista tiene en cuenta al hombre en su
entorno de relaciones sociales y es ahí donde busca encontrar lo
esencial del mismo y no en una profundidad inconciente mítica.
En el caso del psicoanálisis el desarrollo
está basado en la acción de entidades míticas. Mientras que la psicología
marxista se basa en la categoría de actividad ya que es mediante
ella cómo el hombre interioriza el patrimonio cultural, así como,
dialécticamente, con su intermediación va contribuyendo a desarrollar
ese patrimonio y su personalidad.
En la segunda parte de este artículo
vamos a tratar temas tales como el inconciente y la personalidad
y de esta manera intentar tener una concepción más clara del hombre,
desde su desarrollo y cómo se cristaliza en la personalidad.
BIBLIOGRAFIA
BASSIN, Fillip.
El problema del Inconciente. Granica Ed. 1972.
BASSIN, Fillip.
Qué pensamos acerca del psicoanálisis. Ediciones Cientec. 1977.
FREUD, Sigmund.
Obras Completas. Ed. Biblioteca nueva.
LEONTIEV, Alexei.
Actividad, Conciencia y Personalidad. Ed. Pueblo y Educación. La
Habana. Cuba. 1981.
LEONTIEV, Alexei. El
desarrollo del psiquismo. Akal Editor. 1983.
VAN RILLER, S.
Las ilusiones del psicoanálisis. Ed. Ariel 1985.
WELLS, H. Sigmund.
Freud. Ed. Cartago 1984
LEWIN, Roger. La
evolución humana. Biblioteca Científica Salvat. 1993.
TATTERSALL, I.
The Human Odissey. 1993.
(1) Freud. La Interpretación de
los sueños. OO:CC: T.I.
(2) Ibid.
(3) Ibid.
(4) Freud. Collected Papers. Vol.
V.
(5) Freud. Técnicas psicoanalíticas.
OO.CC. Tomo II
(6) Freud, Civilization and Its
Discontents
(7) Freud, Moises y la Religión
Monoteista.
(8) Ibid.
(9) Freud, Tótem y Tabú. OO:CC:
Tomo II
(10) Ibid
(11) Ibid
(12) Ibid
(13) Freud. Psicología de las masas.
OO.CC. Tomo I
(14) Freud. Una teoría sexual.
OO.CC. Tomo I
(15) Freud. Ensayos. OO.CC. Tomo
II.
(16) Freud, Collected Papers, Vol
5.
(17) Freud, Autobiografía, OO.CC.
Tomo IIº
a) Filogénesis: Desarrollo evolutivo
de una especie.
(b) Ontogénesis: Desarrollo del
individuo de una especie. En este caso, alude al desarrollo del
psiquismo en el hombre.
(c) Leyenda griega del Rey Edipo:
Hijo de Layo y Yocasta soberanos de Tebas. Poco después del nacimiento
de Edipo, Layo lo entregó a un pastor para que lo matara, porque
un oráculo le había vaticinado que su hijo le daría muerte. El pastor
tuvo piedad del niño y se lo entregó a otro pastor. Más tarde fue
educado por Polibio, , rey de Corinto. Ya mayor la Pitonisa, le
anunció que mataría a su padre, se cazaría con su madre y que sus
descendientes serían fuente de males para la humanidad, todo lo
cual se cumplió. De su involuntario matrimonio incestuoso tuvo a
Antígona, Polinice, Ismene y Eteocles. Yocasta al enterarse de la
verdad, se ahorcó y Edipo se sacó los ojos y huyó a Tebas, en compañía
de Antígona.
(d) Manuscritos de 1844.
(e) Cabe mencionar que Gramsci,
debiendo buscar un sinónimo del marxismo para poder escribir en
prisión, lo denominó precisamente filosofía de la praxis.
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