¿Semántica del objeto
o el objeto semantizado?

Camila Flores
Marcos Lara

"Las ideas de la clase dominante
son las ideas dominantes en cada época."

(Karl Marx - Friederich Engels)

A MODO DE INTRODUCCION

En 1915 se publica el "Curso de lingüística General" de Ferdinand de Saussure (a) y con esto, puede decirse, queda fundada la lingüística. Este hecho no solo dio lugar a que se desarrollase posteriormente una corriente de pensamiento dentro de esta disciplina sino también que, retomando y profundizando algunos conceptos de Saussure, (entre otros) se funda el estructuralismo francés.

Objetivamente esta corriente de pensamiento, que no es nueva ni lo era en 1915, tiene sus raíces más profundas tanto en el idealismo agnóstico de Immanuel Kant y Arthur Schopenhauer (b), como en el idealismo irracionalista de Friederich Nietzsche (c), por sólo hacer referencia a los conocidos y reconocibles como ya veremos más adelante.

Por otra parte, el estructuralismo francés no constituye un bloque homogéneo de ideas correlacionadas por sus diferentes representantes, sino que las llamadas teorías estructuralistas son múltiples y no sólo por las diversas disciplinas en que se manifiestan, sino que también se presentan diferencias (a veces notables) entre ellas aún en el seno de una misma disciplina.

Sin embargo, y como lo comprobaremos a lo largo de nuestro trabajo (tanto en el artículo en particular como en nuestra revista en general) el estructuralismo tiende a desembocar en la misma alcantarilla, que es la de dar por concluido y/o superado al Materialismo Dialéctico, a la Verdad Objetiva.

Roland Barthes funda desde el estructuralismo la Semiología, ciencia que estudia la manera en que los objetos pueden significar en el mundo contemporáneo, según el propio autor. Nuestro trabajo no sólo pretende mostrar cuán errado puede ser llegar a afirmar "que los objetos significan", sino también establecer ciertos criterios de análisis, que por cierto tampoco son nuevos, desde donde partimos y entendemos los materialistas dialécticos a la Comunicación, el lenguaje, la significación y, no menos importante, relación entre el hombre y los objetos.

Trataremos, tomando en cuenta esta relación, de dejar claramente definido al lenguaje como una HERRAMIENTA del hombre, tan o más importante que sus propias manos.

Recordemos también, que la diferencia de una u otra postura siempre estalla en la práctica, que no se trata de refutar simplemente sino de ver en la práctica, criterio fundamental del materialismo dialéctico, si una teoría es verdadera o no.

¿Por qué Barthes?. Porque no sólo representa a uno de los exponentes más fieles del estructuralismo, sino también y fundamentalmente, por ser uno de los autores más estudiados en cuanto a materias de Comunicación y Ciencias Sociales se trata. Pero sería necio pensar que sólo tomamos a Barthes por ser "uno de los autores más estudiados". Tomamos a Barthes también porque cuando es estudiado no siempre se tiene la conciencia de pensarlo como uno de los intelectuales que representa a las ideas la clase dominante, de esta ideología neoprogresista que hoy ocupa desde los más altos estrados del saber hasta los más ignotos rincones de cotidianeidad.

Por último, seguramente este trabajo representa, especialmente para aquellos que se encuentran vinculados a las áreas de las Ciencias Sociales y de la Comunicación, un esbozo materialista, un acercamiento. Pues bien, así es. Nuestro trabajo no concluye aquí. Con esto, somos mucho más pretenciosos, porque apostamos a que "sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario" como decía Lenin.

LA HOMINIZACION DEL OBJETO

"LA SEMÁNTICA DEL OBJETO", (Artículo perteneciente al libro "La Aventura Semiológica") tiene como propósito sentar algunas "primeras apreciaciones en cuanto a una ciencia que contenga y estudie los interrogantes que la lingüística hasta el momento no había podido abarcar".

La importancia de estas "primeras apreciaciones" elaboradas por Roland Barthes son evidentemente significativas, pues constituyen gran parte de la base de la "Semiología Moderna".

Según el propio Barthes (en "La Aventura Semiológica") la lingüística es "la ciencia que explica de qué manera los hombres dan sentido a los sonidos articulados" y propone que la semiología sea "la ciencia que estudie la manera en que los hombres dan sentido a las cosas que no son sonidos" , o lo que es lo mismo, por lo menos para Barthes, la manera en que los objetos pueden significar en nuestra cultura.

La premisa básica con la cual comienza su análisis afirma que en la cultura contemporánea "jamás nos encontramos con objetos significantes en estado puro" , queriendo llegar luego a determinar "la manera en que los objetos pueden llegar a significar". Para Barthes significar quiere decir "que los objetos no transmiten solamente informaciones, sino también sistemas estructurados de signos, es decir, esencialmente sistemas de diferencias, oposiciones y contrastes".

Por otra parte Barthes establece que no hay objeto alguno que escape al sentido, a la significación. Es más, "cuando no lo tienen -dice-, cuando fingen no tenerlo, terminan entonces precisamente teniendo el sentido de no tener ningún sentido", así mismo Barthes sostiene que no existen objetos en nuestra sociedad sin algún tipo de suplemento de sentido. "Sentido al menos -afirma- que hace que los objetos se signifiquen a sí mismos". Con lo cual llega a la increíble conclusión de que los objetos en nuestra cultura son signos, ¡y aún más!, son polisémicos, "que se ofrecen fácilmente a muchas lecturas de sentido".

Demostraremos que, en primer lugar si Barthes se planteaba en estos términos la necesidad de una "nueva ciencia" en el único lugar donde podría llegar a enmarcarse su obra es dentro de la filosofía especulativa. Porque ciertamente desde la ciencia su obra sería próxima a lo inútil o prácticamente contradictoria.

Por otra parte, no consideramos que la propuesta de Barthes pueda tomar el carácter científico pues falta en su pensamiento toda verificación en la práctica, la rigurosidad en el manejo de los datos y la contextualización histórica que esta merece.

En segundo lugar, ya en el planteo inicial de Barthes existe un error extremadamente serio que lo lleva por un camino muy próximo al idealismo. Cuando él afirma que "... todo lo que en el mundo genera significación está más o menos, mezclado con el lenguaje; jamás nos encontramos con objetos significantes en estado puro" es falso. Ya que todo lo que en este mundo genera significación es el lenguaje, proviene de él. Y no es que no podamos encontrarnos objetos significantes en estado puro porque estén mezclados con el lenguaje, simplemente no nos podemos encontrar con ellos, porque (como lo sostendremos en más de una oportunidad) no son los objetos los que significan.

Ya veremos cómo hace nuestro autor un traspaso parcial de las cualidades del lenguaje, que es pura y exclusivamente propio del hombre (o sea del sujeto), a los objetos, otorgándoles de esta manera un animismo que sólo puede tener lugar en el pensamiento humano y no así en la realidad concreta.

Pero antes de entrar de lleno en el análisis presentaremos algunas reflexiones previas que nos ayudarán a comprender la función del lenguaje y sus características, según lo entendemos los materialistas dialécticos.

FILOGENESIS Y FUNCIÓN DEL LENGUAJE

El surgimiento del lenguaje sólo se puede comprender como un proceso cuyo punto de partida fue el surgimiento y desarrollo del trabajo humano y la interrelación de los hombres emanadas de aquel. La fabricación de herramientas y su aplicación, el desarrollo de la caza, la conservación del fuego, etc., hizo que el hombre necesite intercambiar su experiencia, de establecer contactos más precisos y organizar la actividad laboral. Así el lenguaje surge como medio imprescindible de comunicación de la actividad laboral y al mismo tiempo es un instrumento fundamental para el conocimiento.

Así es como el lenguaje es un medio indispensable en el intercambio de los individuos, y es al mismo tiempo el resultado de ese intercambio.

Paulatinamente el lenguaje permitió al hombre salir de los límites del contenido sensitivo inicial (esto es la presencia indispensable de los objetos ante la imposibilidad de abstracción), en los principios de la evolución. El desarrollo posterior del trabajo y de las relaciones gregarias (grupos de individuos que no llegan aún a constituir una sociedad ), y al irse acrecentando la cantidad de objetos (por ejemplo la creación de nuevos instrumentos de caza, trabajo, etc.) en la actividad práctica del hombre, fueron condicionando el surgimiento y desarrollo del lenguaje, por ejemplo la desmembración de los complejos fónicos (d) y el desarrollo de su fina matización con el fin de determinar con mayor exactitud a qué ámbito de los objetos se refería, la realización de qué clase de tarea se concretaría, etc. De esta manera se iba gestando el lenguaje articulado en el cual, a partir de los complejos fónicos globales se formarían gradualmente las palabras y las oraciones más simples.

El lenguaje articulado recién pudo constituirse en condiciones relativamente más complejas de la vida social, en donde se desarrollaban los roles y las relaciones entre los miembros de la comunidad, donde la comunicación no quedaba ligada solamente al proceso de producción, transformándose así en una actividad independiente. La planificación del trabajo, el desarrollo de las artes y del conocimiento, la complejización de la organización social, todo esto no podría haber sido posible sin la ayuda del lenguaje articulado.

La formación del lenguaje articulado recorrió diferentes etapas: los complejos fónicos enteros se diferenciaron en unidades más cortas (fonéticas), con sentido más definido, las palabras. En este temprano desarrollo del lenguaje las palabras estaban estrechamente ligadas al contexto de la actividad real, el sentido concreto de la palabra se determinaba por los hechos percibidos sensorialmente.

La situación comenzó a cambiar, con la complejización del trabajo y la comunicación se iba separando paulatinamente de la actividad práctica (objetos y hechos percibidos sensorialmente) e iban adquiriendo una relativa independencia.

El desarrollo del trabajo y de las relaciones entre individuos exigía una enorme cantidad de palabras, ya no sólo para la designación de objetos, acciones o relaciones de parentesco, sino también para designar relaciones de complejidad ascendente entre las palabras, para expresar los diferentes matices de las propiedades y relaciones entre las personas y las cosas. Esta necesidad hace aparecer las preposiciones, de esta manera las palabras se correlacionaban en el proceso de la comunicación, para expresar ideas, según reglas cada vez más definidas. También aparecen en el lenguaje declinaciones, flexiones, tiempos y números, todo esto marca la transición del lenguaje pregramatical del hombre gregario a un lenguaje articulado del hombre social.

Dado esto, el lenguaje terminó por constituirse en un sistema de fonemas y signos lingüísticos (palabras) que codifican la información del mundo, y que ha surgido a partir de la actividad social del hombre como necesidad y como medio principal de comunicación de aquel con sus semejantes. El lenguaje permite tanto producir, desarrollar e intercambiar ideas o sentimientos, como objetivar las experiencias y conocimientos sociales. Transmitir también estas experiencias y conocimientos a generaciones futuras lo cual lo convierte en elemento fundamental del patrimonio sociocultural. Ejemplos claros de esto son las canciones populares, escritos, pinturas rupestres o cualquier otro testimonio histórico.

Veamos lo que nos dice Alexander Luria (e), uno de los psicólogos soviéticos más importantes "¿ Qué obtiene el hombre con la palabra?. La enorme ganancia del hombre que domina un lenguaje desarrollado, consiste en que el mundo se duplica. El hombre sin lenguaje sólo tenía que ver con aquellas cosas que veía directamente, con las que podía manipular. Con ayuda del lenguaje, que designa objetos, pasa a relacionarse con objetos que no percibe directamente y que antes no entraban en su experiencia. La palabra duplica el mundo y da la posibilidad de operar mentalmente con objetos, inclusive en su ausencia ( ... ) la palabra da la posibilidad de transmitir la experiencia de individuo a individuo y asegura la posibilidad de asimilar la experiencia de las generaciones anteriores ( ... ) El hombre adquiere algo así como una nueva dimensión de la conciencia, en él se forman imágenes subjetivas del mundo objetivo, (las negritas son nuestras) que son dirigibles, es decir representaciones que él puede manipular, incluso en ausencia de representaciones inmediatas. Y en ello consiste la principal conquista que obtiene el hombre con el lenguaje".

Analicemos ahora la función de la palabra, núcleo del lenguaje y del pensamiento. Sabemos bien que la primera función de la palabra es reemplazar a los objetos "estar en lugar de", así como designar una acción, una cualidad o una relación entre ellos. Esta primera cualidad la llamamos denotativa o referencial.

Sin embargo, sabemos también que la palabra genera no solamente la indicación de un objeto determinado, sino que inevitablemente provoca la aparición de una serie de enlaces complementarios. Esta función asociativa o connotativa de la palabra alude al campo o red semántica (teniendo en cuenta que ésta está generada por el hombre en sus relaciones sociales y como producción social) evocada por ella.

Esta red semántica se constituye por la serie de enlaces complementarios que genera la palabra. Y así la palabra se convierte en el eslabón o nudo central de toda una red de imágenes evocada por ella y en las palabras ligadas a ella connotativamente; el que habla o el que escucha contiene, y a su vez, inhibe toda esta red de imágenes para poder elegir el significado inmediato o denotativo necesario en el caso o situación dados.

También la función asociativa alude a la frecuente plurisignificación o polisemia de las palabras. Lev Vygotski (f), otro genial psicólogo ruso, nos dice que la plurisignificación de las palabras es más frecuente de lo que parece y la polisemia es antes una regla del lenguaje que una excepción.

"Habitualmente esta función en la palabra está determinada -dice Luria- por la situación, por el contexto en la cual está y, a veces, por el tono con que se lo pronuncia".

"Todo esto dio fundamentos a muchos investigadores -continúa Luria- para considerar que la palabra casi nunca tiene una referencia objetal única, fija y unisignificativa y que es más correcta la afirmación que sostiene que cualquier palabra (¡ojo!, que dice cualquier palabra, no cualquier objeto) es siempre multisignificativa y polisémica".

Ahora bien, además de estas dos funciones encontraremos otra, que no siempre es tomada en cuenta por los "semiólogos modernos", que es la función categorial.

Esta función fue llamada por Vigotsky como "el significado propiamente dicho", que retoma Luria y designa como significado "conceptual" o "categorial". Luria explica que "la palabra no sólo reemplaza al objeto, sino que lo analiza, introduce a los objetos en un sistema de complejos enlaces y relaciones". Esta capacidad de analizar a los objetos, esta función abstrayente, analizadora y generalizadora de la palabra la llama significación categorial, y constituye así la función más esencial de la palabra.

Veamos más profundamente esto. Cuando decimos que la palabra analiza a los objetos queremos decir que separa de ellos el rasgo esencial. En las palabras antiguas o tomadas de otros idiomas no nos damos claramente cuenta de esto, pero sí en las de formación reciente. Para tomar sólo un ejemplo, la palabra televisor ( tele- distancia, visor- ver) designa a un objeto que da la posibilidad de ver a distancia, lo mismo sucede con teléfono, computadora, destornillador, etc.

Así mismo, cuando afirmamos que la palabra generaliza, queremos decir que incluye a los objetos en una determinada categoría, es decir que tiene una compleja función intelectual de generalización. Esto es, cuando decimos la palabra silla, esta designa a cualquier silla: grande, pequeña, alta o baja, de metal, de madera, etc.

Luria lo explica de la siguiente manera: "Al generalizar los objetos, la palabra se convierte en un instrumento de abstracción y generalización que es la operación más importante de la conciencia (...) La palabra no es sólo un medio para la sustitución de las cosas; es la célula del pensamiento, precisamente porque la función más importante del pensamiento es la abstracción y la generalización". (Las negritas son nuestras).

Pero existe aún otro aspecto de la palabra que quisiéramos desarrollar antes de volver con el señor Barthes. Y este aspecto es el sentido personal de las palabras. Si bien podría decirse que este aspecto está comprendido dentro de la función asociativa o connotativa de la palabra, queremos poner especial énfasis en él, pues corresponde a otra de las categorías poco frecuentes en los análisis de la "semiología actual".

El sentido personal es la significación o sentido individual que adquiere la palabra para el sujeto, está en virtud de su experiencia de vida, expresando el nexo existente entre los objetos y sucesos de la realidad., con las necesidades, motivos y fines del sujeto.

La forma que tiene el sujeto para satisfacer sus necesidades y motivos, es mediante acciones y operaciones, de esta manera puede llegar a un fin u objetivo concreto.

Para el individuo el logro de sus objetivos y la facultad de disponer de medios, es la manera que tiene de realizar su vida, entendiéndose esto como la satisfacción y desarrollo de sus necesidades y transformadas en los motivos de su actividad en el mundo. Los motivos tienen un valor vital para el sujeto, estos le confieren un sentido personal a un significado objetivo.

Tomemos como ejemplo al trabajador asalariado en el capitalismo. Por supuesto que él tiene conciencia de lo que produce; es decir que tiene para él un significado objetivo necesario para que pueda cumplir con su tarea. Pero el sentido de su trabajo no reside para él en esto, sino en el salario por el que trabaja. (g)

Alexei Leontiev (h) define al sentido personal como "el sentido que crea la parcialidad humana". Esto quiere decir que mientras el significado social está vinculado con el mundo objetivo que rodea al individuo, el sentido personal lo está con la realidad de su vida en el mundo (Las negritas son nuestras). Los significados como fenómenos de la conciencia social "entran" en el individuo, independientemente de las relaciones de éstos con su vida, con sus necesidades y motivos, a su vez estos se asimilan en el individuo como sentido personal.

Es decir, los significados, dentro de la conciencia del sujeto, no existen en general de otro modo que realizando o cumpliendo algún sentido y este sentido es siempre el sentido de algo, un sentido inmaterial no existe. Leontiev afirma que "la encarnación del sentido en los significados es un proceso profundamente íntimo, psicológicamente rico, nada automático ni instantáneo. La reencarnación -prosigue- de los sentidos personales en significados adecuados ( más adecuados) muestra que ella transcurre en medio la lucha por la conciencia de los hombres se libra en la sociedad. Queremos decir con esto que el individuo no está simplemente ante una vitrina de significados entre los cuales solo le cabe hacer una elección, sino que penetran con energía en sus vínculos con la gente que forma el círculo de sus comunicaciones reales. Si en determinadas circunstancias de la vida el individuo se ve compelido a elegir, esta elección no es entre significados, sino entre posiciones sociales antagónicas que se expresan y aprehenden mediante éstos significados".

Uno de los ejemplos más claros de cómo a partir de un hecho se generan distintos sentidos personales lo representa el derrocamiento en 1976 del gobierno constitucional burgués de Isabel Perón. Los militares y sus cómplices lo llamaron "el Proceso de Reorganización Nacional". Mientras que para el pueblo, para el sentido común constituyó una "Dictadura". También durante el "juicio a las juntas " los militares allí juzgados hablaban de "excesos". La gente que los sufrió habla de "tortura". Y así podríamos tomar cantidad de ejemplos para demostrar que uno no elige entre significados sino que ésta elección es entre posiciones sociales antagónicas.

Pues bien, como decíamos más atrás estas son algunas reflexiones previas necesarias para emprender la "aventura semiológica", por la cual nos guiará R. Barthes.

LA AVENTURA SEMIOLOGICA:
UN CAMINO SEGURO AL AGNOSTICISMO

Decíamos en un principio que el profesor Barthes en su desarrollo sobre la semántica del objeto hace un claro traspaso de las atribuciones del lenguaje a los objetos. ¿Pero cómo es esto posible?.

En primer lugar, Barthes no sólo afirma que los objetos significan, sino que transmiten sistemas estructurados de signos. Ahora bien, ¿no es acaso propiedad exclusiva del hombre, la creación y transmisión de sistemas estructurados de signos?. ¿No es esto un antropomorfismo?, es decir, atribuirles características humanas a los objetos. Pues sí. Pero ya veremos más adelante para qué le sirve a Barthes hacer semejante afirmación.

Aunque resulte obvio debemos aclarar esto. Como vimos en lo expuesto en la función del lenguaje, en ningún momento son los objetos, por más que fuera en la cultura contemporánea o en la publicidad, los que significan. Lo que hay en ellos son características, propiedades, funciones, que los hacen unos diferentes de otros, pero es el hombre el que los semantiza, el que abstrae por medio de su actividad cognoscitiva, sus características esenciales y las generaliza, pudiendo de esta manera clasificar al mundo de los objetos y es la actividad del hombre con los objetos la que le permite semantizar, utilizando al lenguaje como medio, como herramienta para ello.

Un ejemplo que ilustra la importancia del lenguaje es el retraso irreversible que se produce ante la falta del mismo en la estructura biológica cerebral, y por ende en el proceso de aprehensión de conocimientos, cuando un niño específicamente en su etapa de mayor desarrollo que va desde su nacimiento hasta aproximadamente los seis años) no está en contacto con el medio social o sea, con otros hombres. La no adquisición del lenguaje impide la total capacidad de desarrollo de las funciones cerebrales normales, como por ejemplo el caso los niños lobo o niños que fueron cruelmente recluidos desde muy pequeños en condiciones casi totales de incomunicación con el mundo exterior. Se ha comprobado que estos pequeños luego no logran desarrollar los sistemas cerebrales que involucran a los componentes de1 lenguaje, es decir, no hay una interconexión biológica (bioelectroquímica) de los diferentes sectores cerebrales que participan en el fenómeno lingüístico en general. A causa de la no adquisición del lenguaje, estos niños en su posterior educación sólo logran relacionar algunas palabras con objetos y fenómenos, pero estas palabras no transmiten ningún tipo de emoción, sentimiento, categorización lógica, etc. Es decir que el lenguaje que logran es meramente nominativo y el pensamiento no logra pasar la frontera de lo concreto. Esto hace, en consecuencia, a la imposibilidad de desarrollar un pensamiento abstracto, un pensamiento semantizado.

Ahora bien, detengámonos aquí un momento. En 1964, cuando el profesor Barthes expone sus ideas ya era ampliamente conocido en los ámbitos académicos los estudios a cerca del desarrollo del lenguaje, de la conciencia a través del trabajo humano y el proceso de hominización. ¿Qué es lo que lleva a Barthes a no tomar en cuenta estos estudios?. ¿No es acaso imprescindible para postular la creación de una nueva "ciencia" como la semiología debamos tener en cuenta la filogénesis y la ontogénesis del lenguaje?. Sólo encontramos dos respuestas posibles, la ignorancia o bien poca honestidad intelectual.

Y es aquí donde, como dijimos, el único camino por donde transita Barthes es el de la filosofía especulativa. Por que cualquiera que pretenda crear una disciplina con la categoría de ciencia no puede dejar de lado su desarrollo de ciencia no puede dejar de lado su desarrollo' histórico social. Por que quien así lo hace cae en la especulación, en la poca producente divagación intelectual, en la chapucería.

Por otra parte, Barthes no sólo nos presenta a un sujeto pasivo, sino a un sujeto sometido prácticamente a la voluntad de los objetos, y un lenguaje que no refleja, sino que tapa la realidad. Si como hemos dicho ya la palabra es la célula del pensamiento y es resultado de la práctica social del género humano, adquisición evolutivamente superior del mismo, nos damos cuenta que Barthes no repara en estos detalles cuando desarrolló su caprichosa pretensión de querer hacer significar a los objetos o a las cosas.

Es cierto, un teléfono blanco puede "transmitir cierta idea de lujo o de femineidad", como nos dice Barthes, pero esto en ningún momento quiere decir que por sí solo el objeto nos lo cuenta. Aquí entra en juego lo que nosotros analizamos anteriormente entre sentido personal y significado social. Si un teléfono blanco puede transmitir "idea de femineidad" o "de lujo", es porque el hombre le otorgó ese valor primero y no porque los objetos "se signifiquen a sí mismos". Detrás de ese teléfono blanco está la intención humana, es decir que para que ese teléfono signifique femineidad o lujo, tiene que manejarse todo en un contexto. Por ejemplo, para que ese teléfono adquiera esas significaciones, sin duda más de una vez tuvieron que estar insertos en películas, publicidades, etc., en donde fueran usados por las divas de ese momento en lujosas casas. Lo que vemos con este ejemplo es que más que el teléfono signifique tal o cual cosa, por sí mismo, es que detrás está la voluntad del hombre para utilizar algún objeto para transmitir ideas o en un sentido más amplio, ideología.

Pensar que los objetos puedan contener y transmitir ideas por sí mismos sería tan absurdo como pensar que la suma de papel y tinta en sí mismo transmitan una idea; por el contrario es el hombre el que utiliza el papel y la tinta para exponer o transmitir sus ideas, ya sea en un periódico, una revista, un libro, etc.

Por lo tanto lo que vemos en este ejemplo es que el hombre puede hacer uso de diferentes medios (ya sea un teléfono, papel, tinta o cualquier otro objeto) para transmitir sus ideas.

Por otra parte, Barthes construye una paradoja increíble para salir de un callejón donde él mismo se encerró. Decir primero que pueden existir objetos sin ningún sentido, y luego afirmar que en realidad no los hay lo hacen pensar que cuando los objetos no tienen ningún sentido, cuando fingen no tenerlo -¡realmente increíble la capacidad que desarrollaron los objetos!- pues entonces terminan precisamente teniendo el sentido de no tener ningún sentido". Nunca hemos escuchado una deducción más absurda para salir de un brete en donde nadie más que Barthes podría haberse metido.

Es una vez más la poca seriedad y rigurosidad científica la que hace que teóricos como el señor Barthes puedan afirmar cosas semejantes como "el tener sentido de no tener ningún sentido." (Sic).

Pero esto no es lo único; decíamos que Barthes hace un desplazamiento de funciones del lenguaje a los objetos, pero, ¿por qué recurrir a algunas funciones del lenguaje y no a todas ?. Como expusimos en el punto anterior, tanto la polisemia como la capacidad de transmitir información no son las únicas funciones del lenguaje. Haciendo este traspaso se olvida que el lenguaje surge como reflejo de la realidad objetiva. Esto lo vemos corroborado tanto en la filogénesis como en la ontogénesis.

Vemos que este traspaso deja anulado un hecho esencial como lo es la capacidad del hombre de reflejar el mundo, o sea todo aquello que no depende de su conciencia.

Pues bien, porque de hecho no es la intención del señor Barthes transformar a los objetos en radioparlantes con conciencia e identidad propia. Su intención como la de todo agnóstico es decirnos que la realidad es imposible de ser conocida.

Veamos esto más profundamente indagando en las raíces filosóficas del señor Barthes. Ya en su premisa básica Barthes se descubre como idealista filosófico, recordemos que cuando afirma " ... porque todo lo que en el mundo genera significación está, más o menos mezclado con el lenguaje..."; "... hay, en efecto, un gran obstáculo para estudiar el sentido de los objetos ( ... ) si hemos de estudiar el sentido de los objetos , tenemos que darnos a nosotros mismos una especie de sacudida, de distanciamiento, para objetivar el objeto .."; "...en cualquier nivel que nos coloquemos en esta operación de lectura del objeto comprobamos que el sentido atraviesa siempre de parte a parte al hombre y al objeto."; "...En efecto, los objetos no nos dan lo que son de manera franca, declarada". Es en última instancia lo que ya había expresado el filósofo alemán Immanuel Kant en el año 1781cuando afirmaba que entre las cosas y nosotros se hallaba siempre el intelecto, por lo cual nunca las podemos conocer en lo que en sí mismo son. O como también lo reconocemos en Schopenhauer cuando en su libro "El mundo como voluntad y representación" incorporará su famosa metáfora de "el velo de Maya", velo que envuelve la mirada del hombre hacia el mundo, que no nos permite ver la realidad, sólo una representación que tenemos como individuos, sólo como apariencia o como una ilusión.

Aquí vemos claramente cómo nuestros tres autores aunque no niegan la existencia de la realidad exterior, sí niegan la posibilidad de conocerla. Escuchemos nuevamente a Barthes: "En nuestra cultura jamás nos encontramos con objetos significantes en estado puro, el lenguaje interviene siempre como intermediario" (sic). Para él existe entre los objetos y los sujetos siempre un intermediario que está allí como un impedimento, como un obstáculo para un conocimiento cabal de las cosas.

Por lo tanto, para nuestro querido Barthes el denominador común que lo une a Kant y Schopenhauer es el más fiel agnosticismo, la imposibilidad de conocer el mundo.

Pero, Barthes no se conforma con poner entre nosotros y el mundo al lenguaje, sino que se lo entrega a los objetos, lo cual hace profundizar su agnosticismo y llevarlo hasta el extremo de decir que los objetos son polisémicos.

Preguntémonos qué lugar le cabe al sujeto, porque sin duda en el razonamiento del profesor Barthes tácitamente el hombre queda sometido a la voluntad de los objetos. Por que, por ejemplo, cuando pone a la polisemia en los objetos deja al hombre el triste lugar de ser objeto de la polisemia.

En conclusión, ya no sólo nuestro lenguaje actúa como "velo de Maya", sino que los objetos por sí mismos detrás de ese velo adquieren múltiples sentidos, con lo cual la realidad es imposible de ser conocida, pues detrás del velo no hay una, sino múltiples "subjetividades del objeto".

Cuando tomamos el texto de Roland Barthes nos bastó con una sola pregunta para saber que su teoría se daba de bruces contra el piso. ¿De quién es el lenguaje con su sentido, su semántica y su polisemia?. Existe una sola respuesta y aunque parezca imposible es allí donde el estructuralismo de Roland Barthes toma el camino opuesto, el camino que sólo conduce al agnosticismo.

El señor Barthes nos advierte, "Creemos encontrarnos en el mundo práctico de usos, de funciones, de domesticación total del objeto, y en realidad estamos también, por los objetos en un mundo de sentido, de razones, de coartadas: la función hace nacer al signo, pero este signo es reconvertido en el espectáculo de una función".

¿Que hay detrás de este ocultamiento de la actividad del sujeto en la transmisión de sentido a través de los objetos?. Para responder esta pregunta debemos alejarnos de los ejemplos, del cine, la publicidad, etc., con los cuales tan cómodamente se mueve Roland Barthes. Tomemos el ejemplo de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA); para los reaccionarios tiene el sentido de ser un bastión en la defensa de la civilización occidental y cristiana. Para nosotros los marxistas significa los horrores que es capaz de cometer la burguesía para mantener su dominio.

En este ejemplo vemos claramente cuán absurdo es el intento de fundar una semiología al margen de los conceptos de clases sociales, ideología de clase y lucha de clases.

El sentido, arrancado del nebuloso mundo del "fetichismo, de las cosas" y devuelto al mundo real, adquiere la dimensión política que el señor Barthes se empeña en ocultar.

Como ya vimos, Barthes coherente con esta visión, propone como método para aprehender el sentido de los objetos, la «especie de sacudida, distanciamiento", que es realizado por un sujeto contemplativo e individualista. Al margen de la conciencia de clases, este distanciamiento no puede sino sumergirnos en el sentido común que impone la burguesía.

Desde el marxismo concebimos que el primer distanciamiento que debemos tomar es del idealismo y de la ideología burguesa, para poder fundar una semiología científica. Semiología científica que se afirme, a pesar de los parloteos de nuestros profesores burgueses, sobre la base de que el sentido no es creación del objeto, sino de la actividad de los hombres divididos en clases sociales. Esto no significa pretender encontrar determinaciones de clase hasta en las señales de tránsito, significa que, en el ejercicio del análisis semiológico, más tarde o más temprano, el semiólogo se verá enfrentado ante la disyuntiva de asumir los valores de una u otra clase, sea conciente o no de ello. Nuestro ejemplo del edificio de la E.S.M.A. es ilustrativo. Para nosotros el sentido que despierta este lugar, no aparece fortuitamente en la sociedad producido por su estructura arquitectónica. Dependerá del desenvolvimiento de la lucha revolucionaria que el sentido de las clases oprimidas y explotadas y sus aliados reflejen con mayor objetividad la realidad. Sólo así la humanidad podrá abandonar el reino de la necesidad e ingresar al de la libertad.


BIBLIOGRAFIA

Barthes, R.: La Aventura Semiológica - Ed. Paidos 1993

Ferrater Mora J.: Diccionario de Filosofía de bolsillo - Alianza Editorial. Bs. As. 1994.

Hegel G.W.F.: Filosofía de la Naturaleza (de Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas) - Biblioteca Filosófica - Volumen 16 - Ed. Claridad. Bs. As. 1969.

Lenin V. I.: Materialismo y Empiriocriticismo - Ed. Fundamentos. Madrid 1973.

Leontiev A.: Actividad, Conciencia y Personalidad - Ed. Ciencias del Hombre. 1978.

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Marx K., Engels F.: La Ideología Alemana - Ed. Pueblo y Educación - Tomado de la Edición de 1966 de Edición Revolucionaria. La Habana. 1982.

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Vygotski, Luria, Leontiev: La Psicología Soviética - Ed. Progreso. 1986.

Vygotski: Pensamiento y Lenguaje - Obras Escogidas. Tomo II. Ed. Visor.1993.


NOTAS

(a)Curso de lingüística general Este libro es una recopilación apuntes tomados por sus alumnos en clase. Fue publicado póstumamente.

(b)Arthur Schopenhauer: Filósofo alemán (1788-1860). Sus obras fundamentales son: "El Mundo como Voluntad y Representación" y "Sobre la Voluntad en la Naturaleza. Apoyándose explícitamente en Kant y en Platón, así como en la especulación metafísico - religiosa del budismo, declaró que el mundo tal como es dado es solamente representación Su doctrina profundiza el idealismo agnóstico kantiano.

(c) Friedrich Nieitzsche: Filósofo alemán (1844-1900). Declaró que la voluntad de poder y el principio de "nada es cierto, todo es permitido" son la estructura básica de todo lo existente Este pensamiento, irracionalista se ve reflejado en "Así habló Zaratustra", "Más allá del Bien y del Mal" y "La Voluntad de Poder", que conforman sus trabajos más relevantes.

(d) Complejos Fónicos: Son sonidos inarticulados que servían para referirse a distintos objetos o acontecimientos en contextos diferentes pero bien determinados. Por ejemplo si un grupo de individuos necesitaba levantar un objeto pesado -el tronco de un árbol- la palabra "aj" podía significar "cuidado" o "levanta más el árbol" o, "esfuérzate", "vigila el objeto", pero el significado de esta palabra cambia en dependecia de la situación y se volvía comprensible sólo a partir de los gestos, de la entonación y de toda la situación hombre como necesidad y como medio principal de comunicación de aquel con sus semejantes. El lenguaje permite tanto producir, desarrollar e intercambiar ideas o sentimientos, como objetivar las experiencias y conocimientos sociales. Transmitir también estas experiencias y conocimientos a generaciones futuras lo cual lo convierte en elemento fundamental del patrimonio sociocultural. Ejemplos claros de esto son las canciones populares, escritos, pinturas rupestres o cualquier otro testimonio histórico.

(e) ALEXANDER ROMANOVICH LURIA (16/7/1902 - l4/8/1977) Psicólogo soviético, doctor en ciencias psicológicas y en ciencias médicas, profesor miembro de la academia de Ciencias Pedagógicas de la URSS, desde 1966 a 1977fue jefe de la cátedra de neuropsicología y psicofisiología de la facultad de la Universidad Estatal de Moscú; fundador de la Escuela Soviética de Neuropsicología.

(f) LEV SEMIONOVICH VYGOTSKI (17/11/1896 - 11/ 6/1934): Psicólogo soviético, creador de la teoría histórico-cultural de la psiquis del hombre.

(g) Para profundizar léase "Introducción a la Crítica de la Economía Política" de Carlos Marx.

(h) ALEXEI NICOLAEVICH LEONTIEV (5/2/1903-21/1/ 1979): Psicólogo soviético, doctor en ciencias psicológicas, profesor miembro de la Academia de Ciencias Psicológicas de La URSS Premio Lenin. Creador de la Teoría psicológica general de la actividad.